lunes, 17 de mayo de 2010

¿Cuánto entender y cuánto gozar del poema?


Foto: "Humedal de Batuco" de Amaro Cagi (2008)


Foto "Switzertland" de Henri Cartier Bresson (1978)

He leído los cinco primeros versos del poema unas sesenta y dos veces. No todas ellas de corrido. De hecho, el primer párrafo tiene un edificio de siete versos y el sexto se mantiene todavía lejano a mi lectura. Conozco cada una de las palabras esculpidas por el autor. He reconocido una intención, una tendencia y hasta una cadencia en lo inconcluso de mi lectura. Se me han erizado los vellos de la espalda en al menos tres de todas las veces que he logrado llegar al quinto verso. Y no le temo al sexto.

Desconozco absolutamente la circunstancia geográfica en que el poeta labró estas líneas. Aún más lejano a mi saber es el contexto emocional del autor mientras le llovían estas frases. No hay notas explicativas ni antes ni después. El título me lleva lejos de las imágenes que surgen en mi conciencia mientras leo con lentitud y les regalo mi propio ritmo a los renglones, a los saltos, a los vacíos.

¿Cuánto debe entender? No me pregunto “qué” debo entender porque se me harían ansias lo que ahora me son toques. ¿Bastará, para mí como lector, esta marea que me conduce a esta ciega belleza literaria? Siento haber palpado el poema más que haberlo leído, pero gusto de esta ceguera, me voy formando un rostro entre las manos y me resulta agradable y gratificante el resultado inconcluso.

Raúl Zurita me decía que el poema se sostenía por sí mismo aunque desconociera incluso el significado de más de alguna palabra, aunque no tuviera la más mínima idea de la identidad del personaje al que, tras el título, se dedicaba el poema.

Sostenerse por sí sólo, me repetía yo, como un niño de 11 meses que se ha atrevido a la rigidez de sus rodillas temblorosas. Pobre mi comparación ante el poema que se tambalea en sus primeros cinco veros ante mí.
Está bien, me tambaleo yo ante los primeros cinco versos del poema, pero me satisface en extremo gozar tan infantilmente del cielo, del horizonte, del idioma del viento, de los dibujos de la espuma y del poema, que mis abrazos no abarcan.

Amaro Cagi


De Algunos amigos con los que compartí en el V Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires, que tuvo lugar en circunstancias de la 36° Feria del Libro de Buenos Aires:


“... qué difícil llamarle momia a una doncella que casi escapa de su urna para preguntar por tu nombre”                                                                                                       Constanza Cerutti.



a Alejandro de la Cruz –escultor (i.m.)

Al irte
te has dejado las manos
como una piel amnésica
perseverando en tus trabajos.

Manos ingenieras
trazan puentes
vinculan
la idea y la madera
la obra y la mirada
la recta y la palabra.

Manos alquimistas
truecan
la naturaleza de las cosas
hacen volar raíces
viudez de madre huérfana
pesados escondites de la luz
pájaros herrumbrosos por los cerros.

Manos arquitectas
destruyen la mirada
fragmentan los espacios
hacen huecos sin piel
ríos quietos faldeando los silencios.

Manos fantasmales
lijan meticulosamente los recuerdos
Aferran con ausencia
anclan
aprisionan futuros
atan a los árboles
            la piedra
            la caricia.

Contemplando tus manos en tus cosas
busco el rito adecuado
para dejarlas ir.

Extrañas esas manos
que nunca he conocido.

Mario Alberto Vásquez
del libro “Al borde del silencio”   (2009)


4.

De puntos distintos del universo nace el canto
Voces que no resisten violentos caminos
Unidos por el viento rescatamos el abismo y lo
                                                        destinamos a la memoria

Reconocimiento a los dioses que pugnaron por
                                                  instaurar el reino del vencido

Solo después del tercer diluvio festejaremos nuestra
                                                                    efímera sangre

Adalberto Ponti
del libro “Bailarín de tinieblas”  (1987)


¡Que haga que se sienten en una fila
los cuatro estériles
y que corte sus cuellos!
¡Que dé a los perros
sus cabezas,
y que a las berenjenas de sus vientres,
siendo los nidos de la imprecación,
las extraiga,
las incinere
y que esparza sus cenizas en el mar!
¡Que disponga en forma de cruz
los restos de los cuerpos
según la longitud de las piernas,
dirigiéndolos al Norte, al Oeste al Sur y al Este!
¡Y que los ofrezca a las orugas de los tanques
para celebrar su incorporación a las batallas!

Yutaka Hosono
del libro “Dioses en rebeldía” (1999)


Hube de cargar con tu herencia de dolor
y otras,
caminé, paria de razones para soportar tanto peso.

No me pertenecen tus odios
me los desnudo,
y vistiendo sólo mi piel, corro.

Ya no me atraparás,
ya no.

Paola Cescón (inédito)



Se me anudan y anidan
las tantas ganas que tengo
de llorarte.
 Ay, qué será de mi,
peregrina terca
de desatinos
de utopías que sangran tropiezos de latitudes
de sinsaberes,
porque todo lo que te sé
está solamente escrito.

Paola Cescón (inédito)


Amanece tan extenso mi espacio
tan vacío, el tuyo,
y la luz desmiente la soñera
porque hubo nadie amándome la espalda

Sólo asestan en balance para el debe
estas mañanas baldías
en las que aborrezco despertar.

Paola Cescón
Del libro "Yerba, hay" (inédito)



El olvido es mi patria vigilada y aún tuve un país más grande y
                desconocido.

He retornado entre un silencio de párpados a aquellos bosques en
               que fui perseguido por presentimientos y proposiciones
               de hombres enfermos.

Es aquí donde el miedo ve la fuerza de tu rostro: tu realidad en la
               desaparición

(que se extendía como la lluvia en el fondo de la noche;  más lenta
                que la tristeza, más húmeda que labios sobre mi cuerpo).

Eran los días grandes de la traición.

 ......................

Me alimentaba la fosforescencia. Tú creaste la mentira entre las
                 piernas de mi madre; no existía el dolor y tú creaste la
                 compasión.

Tú volvías a las hortensias

y sollozaste bajo la lente de los comisarios.

Yo vi la luz de la inutilidad.

                        Antonio Gamoneda
                        del libro “Descripción de la mentira” (edición revisada, 2003)          

¿cuánto entender del poema?


Foto "Switzertland" de Henri Cartier Bresson (1978)

He leído los cinco primeros versos del poema unas sesenta y dos veces. No todas ellas de corrido. De hecho, el primer párrafo tiene un edificio de siete versos y el sexto se mantiene todavía lejano a mi lectura. Conozco cada una de las palabras esculpidas por el autor. He reconocido una intención, una tendencia y hasta una cadencia en lo inconcluso de mi lectura. Se me han erizado los vellos de la espalda en al menos tres de todas las veces que he logrado llegar al quinto verso. Y no le temo al sexto.

 

Desconozco absolutamente la circunstancia geográfica en que el poeta labró estas líneas. Aún más lejano a mi saber es el contexto emocional del autor mientras le llovían estas frases. No hay notas explicativas ni antes ni después. El título me lleva lejos de las imágenes que surgen en mi conciencia mientras leo con lentitud y les regalo mi propio ritmo a los renglones, a los saltos, a los vacíos.

 

¿Cuánto debe entender? No me pregunto “qué” debo entender porque se me harían ansias lo que ahora me son toques. ¿Bastará, para mí como lector, esta marea que me conduce a esta ciega belleza literaria? Siento haber palpado el poema más que haberlo leído, pero gusto de esta ceguera, me voy formando un rostro entre las manos y me resulta agradable y gratificante el resultado inconcluso.

 

Raúl Zurita me decía que el poema se sostenía por sí mismo aunque desconociera incluso el significado de más de alguna palabra, aunque no tuviera la más mínima idea de la identidad del personaje al que, tras el título, se dedicaba el poema.

 

Sostenerse por sí sólo, me repetía yo, como un niño de 11 meses que se ha atrevido a la rigidez de sus rodillas temblorosas. Pobre mi comparación ante el poema que se tambalea en sus primeros cinco veros ante mí.

Está bien, me tambaleo yo ante los primeros cinco versos del poema, pero me satisface en extremo gozar tan infantilmente del cielo, del horizonte, del idioma del viento, de los dibujos de la espuma y del poema, que mis abrazos no abarcan.

 

Amaro Cagi

 

 

De Algunos amigos con los que compartí en el V Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires, que tuvo lugar en circunstancias de la 36° Feria del Libro de Buenos Aires:

 

 

“... qué difícil llamarle momia a una doncella que casi escapa de su urna para preguntar por tu nombre”

                                                                                                               Constanza Cerutti.

 

 

 

a Alejandro de la Cruz –escultor (i.m.)

 

Al irte

te has dejado las manos

como una piel amnésica

perseverando en tus trabajos.

 

Manos ingenieras

trazan puentes

vinculan

la idea y la madera

la obra y la mirada

la recta y la palabra.

 

Manos alquimistas

truecan

la naturaleza de las cosas

hacen volar raíces

viudez de madre huérfana

pesados escondites de la luz

pájaros herrumbrosos por los cerros.

 

Manos arquitectas

destruyen la mirada

fragmentan los espacios

hacen huecos sin piel

ríos quietos faldeando los silencios.

 

Manos fantasmales

lijan meticulosamente los recuerdos

Aferran con ausencia

anclan

aprisionan futuros

atan a los árboles

            la piedra

            la caricia.

 

Contemplando tus manos en tus cosas

busco el rito adecuado

para dejarlas ir.

 

Extrañas esas manos

que nunca he conocido.

 

Mario Alberto Vásquez

del libro “Al borde del silencio”   (2009)

 

 

4.

 

De puntos distintos del universo nace el canto

Voces que no resisten violentos caminos

Unidos por el viento rescatamos el abismo y lo

                                                        destinamos a la memoria

 

Reconocimiento a los dioses que pugnaron por

                                                  instaurar el reino del vencido

 

Solo después del tercer diluvio festejaremos nuestra

                                                                    efímera sangre

 

Adalberto Ponti

del libro “Bailarín de tinieblas”  (1987)

 

 

¡Que haga que se sienten en una fila

los cuatro estériles

y que corte sus cuellos!

¡Que dé a los perros

sus cabezas,

y que a las berenjenas de sus vientres,

siendo los nidos de la imprecación,

las extraiga,

las incinere

y que esparza sus cenizas en el mar!

¡Que disponga en forma de cruz

los restos de los cuerpos

según la longitud de las piernas,

dirigiéndolos al Norte, al Oeste al Sur y al Este!

¡Y que los ofrezca a las orugas de los tanques

para celebrar su incorporación a las batallas!

 

Yutaka Hosono

del libro “Dioses en rebeldía” (1999)

 

 

Hube de cargar con tu herencia de dolor

y otras,

caminé, paria de razones para soportar tanto peso.

 

No me pertenecen tus odios

me los desnudo,

y vistiendo sólo mi piel, corro.

 

Ya no me atraparás,

ya no.

 

Paola Cescón (inédito)

 

 

 

Se me anudan y anidan

las tantas ganas que tengo

de llorarte.

 Ay, qué será de mi,

peregrina terca

de desatinos

de utopías que sangran tropiezos de latitudes

de sinsaberes,

porque todo lo que te sé

está solamente escrito.

 

Paola Cescón (inédito)

 

 

Amanece tan extenso mi espacio

tan vacío, el tuyo,

y la luz desmiente la soñera

porque hubo nadie amándome la espalda

 

Sólo asestan en balance para el debe

estas mañanas baldías

en las que aborrezco despertar.

 

Paola Cescón

Del libro "Yerba, hay" (inédito)

 

 

            la voz del mar

hará sonar las palabras

calladas

 

            serán repetidas

            y azotadas

 

            hasta romper la roca muda

 

...................

 

 

Cuando el pasado

se imponga

            qué escombros elegirá la memoria

            qué palabra,     qué gestos

 

            qué amor atravesaráel olvido

 

                        María Paz Bustamante (inédito)

 

 

intemperie

 

adiestro mis entrañas para el frío

 

hoy el viento es noche en los tejados infinitos

y el oratorio se dedica a la oscuridad

 

busco a Dios en la luz

insensible

como si fueran rezos perdidos

las estrellas

 

 

esa oscuridad que brota de tu parpadeo

 

ínfima más ínfima hasta la tiniebla

recia

 

allí

recuerda la rosa que antes del latido,

antes que la mano se entregara

a su simpleza

yo era luz,

 

el color paciente en lo profundo

de tu soledad

 

 

sean

entonces

todos los pétalos un abrazo

 

el cáliz apretado como un cuerpo

que está siendo amado

en ese instante

 

el corazón una voz desde el derrumbe

 

mientras el tallo encuentra el camino

al fuego

 

 

....................

 

 

Monasterio

 

                                                                       a la trapa de Miraflores

 

Cuento los pasos viejos

al compás del grillo

 

Colgado a la campana silba el monje

encerrando la sonrisa

 

Bajo su hábito exuda el campo

salmos

y humea el leccionario

 

Nada como la modernidad

para mandar a la mierda el oficio

 

Viviría de rodillas frente al eterno cirio

y a la cruz viva

si no lo obligarán a esperar gozoso

un nuevo día

 

 

                        Roberto Casanova Gianuzzi

                        del libro “Hijos cuervos” (inédito)

 

 

El olvido es mi patria vigilada y aún tuve un país más grande y

                desconocido.

 

He retornado entre un silencio de párpados a aquellos bosques en

               que fui perseguido por presentimientos y proposiciones

               de hombres enfermos.

 

Es aquí donde el miedo ve la fuerza de tu rostro: tu realidad en la

               desaparición

 

(que se extendía como la lluvia en el fondo de la noche;  más lenta

                que la tristeza, más húmeda que labios sobre mi cuerpo).

 

Eran los días grandes de la traición.

 

 

 

Me alimentaba la fosforescencia. Tú creaste la mentira entre las

                 piernas de mi madre; no existía el dolor y tú creaste la

                 compasión.

 

Tú volvías a las hortensias

 

y sollozaste bajo la lente de los comisarios.

 

Yo vi la luz de la inutilidad.

 

                        Antonio Gamoneda

                        del libro “Descripción de la mentira” (edición revisada, 2003)          

¿cuánto entender del poema?


Foto "Switzertland" de Henri Car

He leído los cinco primeros versos del poema unas sesenta y dos veces. No todas ellas de corrido. De hecho, el primer párrafo tiene un edificio de siete versos y el sexto se mantiene todavía lejano a mi lectura. Conozco cada una de las palabras esculpidas por el autor. He reconocido una intención, una tendencia y hasta una cadencia en lo inconcluso de mi lectura. Se me han erizado los vellos de la espalda en al menos tres de todas las veces que he logrado llegar al quinto verso. Y no le temo al sexto.

 

Desconozco absolutamente la circunstancia geográfica en que el poeta labró estas líneas. Aún más lejano a mi saber es el contexto emocional del autor mientras le llovían estas frases. No hay notas explicativas ni antes ni después. El título me lleva lejos de las imágenes que surgen en mi conciencia mientras leo con lentitud y les regalo mi propio ritmo a los renglones, a los saltos, a los vacíos.

 

¿Cuánto debe entender? No me pregunto “qué” debo entender porque se me harían ansias lo que ahora me son toques. ¿Bastará, para mí como lector, esta marea que me conduce a esta ciega belleza literaria? Siento haber palpado el poema más que haberlo leído, pero gusto de esta ceguera, me voy formando un rostro entre las manos y me resulta agradable y gratificante el resultado inconcluso.

 

Raúl Zurita me decía que el poema se sostenía por sí mismo aunque desconociera incluso el significado de más de alguna palabra, aunque no tuviera la más mínima idea de la identidad del personaje al que, tras el título, se dedicaba el poema.

 

Sostenerse por sí sólo, me repetía yo, como un niño de 11 meses que se ha atrevido a la rigidez de sus rodillas temblorosas. Pobre mi comparación ante el poema que se tambalea en sus primeros cinco veros ante mí.

Está bien, me tambaleo yo ante los primeros cinco versos del poema, pero me satisface en extremo gozar tan infantilmente del cielo, del horizonte, del idioma del viento, de los dibujos de la espuma y del poema, que mis abrazos no abarcan.

 

Amaro Cagi

 

 

De Algunos amigos con los que compartí en el V Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires, que tuvo lugar en circunstancias de la 36° Feria del Libro de Buenos Aires:

 

 

“... qué difícil llamarle momia a una doncella que casi escapa de su urna para preguntar por tu nombre”

                                                                                                               Constanza Cerutti.

 

 

 

a Alejandro de la Cruz –escultor (i.m.)

 

Al irte

te has dejado las manos

como una piel amnésica

perseverando en tus trabajos.

 

Manos ingenieras

trazan puentes

vinculan

la idea y la madera

la obra y la mirada

la recta y la palabra.

 

Manos alquimistas

truecan

la naturaleza de las cosas

hacen volar raíces

viudez de madre huérfana

pesados escondites de la luz

pájaros herrumbrosos por los cerros.

 

Manos arquitectas

destruyen la mirada

fragmentan los espacios

hacen huecos sin piel

ríos quietos faldeando los silencios.

 

Manos fantasmales

lijan meticulosamente los recuerdos

Aferran con ausencia

anclan

aprisionan futuros

atan a los árboles

            la piedra

            la caricia.

 

Contemplando tus manos en tus cosas

busco el rito adecuado

para dejarlas ir.

 

Extrañas esas manos

que nunca he conocido.

 

Mario Alberto Vásquez

del libro “Al borde del silencio”   (2009)

 

 

4.

 

De puntos distintos del universo nace el canto

Voces que no resisten violentos caminos

Unidos por el viento rescatamos el abismo y lo

                                                        destinamos a la memoria

 

Reconocimiento a los dioses que pugnaron por

                                                  instaurar el reino del vencido

 

Solo después del tercer diluvio festejaremos nuestra

                                                                    efímera sangre

 

Adalberto Ponti

del libro “Bailarín de tinieblas”  (1987)

 

 

¡Que haga que se sienten en una fila

los cuatro estériles

y que corte sus cuellos!

¡Que dé a los perros

sus cabezas,

y que a las berenjenas de sus vientres,

siendo los nidos de la imprecación,

las extraiga,

las incinere

y que esparza sus cenizas en el mar!

¡Que disponga en forma de cruz

los restos de los cuerpos

según la longitud de las piernas,

dirigiéndolos al Norte, al Oeste al Sur y al Este!

¡Y que los ofrezca a las orugas de los tanques

para celebrar su incorporación a las batallas!

 

Yutaka Hosono

del libro “Dioses en rebeldía” (1999)

 

 

Hube de cargar con tu herencia de dolor

y otras,

caminé, paria de razones para soportar tanto peso.

 

No me pertenecen tus odios

me los desnudo,

y vistiendo sólo mi piel, corro.

 

Ya no me atraparás,

ya no.

 

Paola Cescón (inédito)

 

 

 

Se me anudan y anidan

las tantas ganas que tengo

de llorarte.

 Ay, qué será de mi,

peregrina terca

de desatinos

de utopías que sangran tropiezos de latitudes

de sinsaberes,

porque todo lo que te sé

está solamente escrito.

 

Paola Cescón (inédito)

 

 

Amanece tan extenso mi espacio

tan vacío, el tuyo,

y la luz desmiente la soñera

porque hubo nadie amándome la espalda

 

Sólo asestan en balance para el debe

estas mañanas baldías

en las que aborrezco despertar.

 

Paola Cescón

Del libro "Yerba, hay" (inédito)

 

 

            la voz del mar

hará sonar las palabras

calladas

 

            serán repetidas

            y azotadas

 

            hasta romper la roca muda

 

...................

 

 

Cuando el pasado

se imponga

            qué escombros elegirá la memoria

            qué palabra,     qué gestos

 

            qué amor atravesaráel olvido

 

                        María Paz Bustamante (inédito)

 

 

intemperie

 

adiestro mis entrañas para el frío

 

hoy el viento es noche en los tejados infinitos

y el oratorio se dedica a la oscuridad

 

busco a Dios en la luz

insensible

como si fueran rezos perdidos

las estrellas

 

 

esa oscuridad que brota de tu parpadeo

 

ínfima más ínfima hasta la tiniebla

recia

 

allí

recuerda la rosa que antes del latido,

antes que la mano se entregara

a su simpleza

yo era luz,

 

el color paciente en lo profundo

de tu soledad

 

 

sean

entonces

todos los pétalos un abrazo

 

el cáliz apretado como un cuerpo

que está siendo amado

en ese instante

 

el corazón una voz desde el derrumbe

 

mientras el tallo encuentra el camino

al fuego

 

 

....................

 

 

Monasterio

 

                                                                       a la trapa de Miraflores

 

Cuento los pasos viejos

al compás del grillo

 

Colgado a la campana silba el monje

encerrando la sonrisa

 

Bajo su hábito exuda el campo

salmos

y humea el leccionario

 

Nada como la modernidad

para mandar a la mierda el oficio

 

Viviría de rodillas frente al eterno cirio

y a la cruz viva

si no lo obligarán a esperar gozoso

un nuevo día

 

 

                        Roberto Casanova Gianuzzi

                        del libro “Hijos cuervos” (inédito)

 

 

El olvido es mi patria vigilada y aún tuve un país más grande y

                desconocido.

 

He retornado entre un silencio de párpados a aquellos bosques en

               que fui perseguido por presentimientos y proposiciones

               de hombres enfermos.

 

Es aquí donde el miedo ve la fuerza de tu rostro: tu realidad en la

               desaparición

 

(que se extendía como la lluvia en el fondo de la noche;  más lenta

                que la tristeza, más húmeda que labios sobre mi cuerpo).

 

Eran los días grandes de la traición.

 

 

 

Me alimentaba la fosforescencia. Tú creaste la mentira entre las

                 piernas de mi madre; no existía el dolor y tú creaste la

                 compasión.

 

Tú volvías a las hortensias

 

y sollozaste bajo la lente de los comisarios.

 

Yo vi la luz de la inutilidad.

 

                        Antonio Gamoneda

                        del libro “Descripción de la mentira” (edición revisada, 2003)          

domingo, 14 de febrero de 2010

En este día que no existe







Pintura de Benjamín Cañas
Kafka: Cartas a Milena


ÁLBUM

No hay nadie en mi familia que haya muerto de amor.
Lo que pasó, pasó, pero nada de mitos.
¿Romeos tuberculosos? ¿Julietas con difteria?
Algunos, por el contrario, llegaron a la decrepitud.
¡Ninguna víctima por falta de respuesta
a una carta salpicada de lágrimas!
Siempre al final llegaba algún vecino
con espejuelos y rosas.
¡Y nadie se asfixió en un elegante armario
al volver de pronto el marido de la amante!
A nadie esos cordeles, mantillas y volantes
le impidieron salir en la fotografía.
¡Nadie con el infernal espíritu del Bosco!
¡Y nadie con su pistola al jardín!
(Con una bala en el cráneo pero por otros motivos,
murieron en alguna camilla.)
Incluso aquella del extático moño
y de ojos herrados como después de un baile,
zarpó en una gran hemorragia
no hacia ti, bailarín, y no por melancolía.
Quizá alguien antes del daguerrotipo,
pero de estos del álbum, nadie que yo sepa.
Pasaban las tristezas, y los días uno tras otro,
y ellos, consolados, desaparecían de gripa.

(Wislawa Szymborska)


LA ROSA

La rosa,
la inmarcesible rosa que no canto,
la que es peso y fragancia,
la del negro jardín en la alta noche,
la de cualquier jardín y cualquier tarde,
la rosa que resurge de la tenue
ceniza por el arte de la alquimia,
la rosa de los persas y de Ariosto,
la que siempre está sola,
la que siempre es la rosa de las rosas,
la joven flor platónica,
la ardiente y ciega rosa que no canto,
la rosa inalcanzable.

(Jorge Luis Borges)


TERCER MOVIMIENTO (AFFETTUOSSO)

Para hacer el amor
debe evitarse un sol muy fuerte sobre los ojos de la muchacha,
tampoco es buena la sombra si el lomo de la amante se
        achicharra
para hacer el amor.
Los pastos húmedos son mejores que los pastos amarillos
pero la arena gruesa es mejor todavía.
Ni junto a las colinas porque el suelo es rocoso ni cerca de
        las aguas.
Poco reino es la cama para este buen amor.
Limpios los cuerpos han de ser como una gran pradera:
que ningún valle o monte quede oculto y los amantes
podrán holgarse en todos sus caminos.
La oscuridad no guarda el buen amor.
El cielo debe ser azul y amable, limpio y redondo como un
         techo
y entonces
la muchacha no verá el Dedo de Dios.
Los cuerpos discretos pero nunca en reposo,
los pulmones abiertos,
las frases cortas.
Es difícil hacer el amor pero se aprende.

(Antonio Cisneros)


Y MIS OJOS BUSCARÁN TUS OJOS
           
Y mis ojos buscarán elevándose tus ojos
y la grandeza en mí de amar
te enseñará quizás la gracia de sentirse amada
Por eso ábrete y tócate como se tocan los mares
como las rompientes
Sí, álzate como los países que se levantaron
desde los últimos hielos y mira
cómo se escriben por nosotros las alturas
Porque si la mano tendida no se entregó lo suficiente
y las aguas del Pacífico entraron haciendo pedazos
las costas del corazón
igual hoy, mañana o después veremos los cielos
de tu amor y de mi amor resplandecidos
como un nuevo poema escribiéndose en el horizonte

(Raúl Zurita)


LA ÚLTIMA ROSA
                                   Hablaréis de nosotros veladamente.
                                                                       (J.Brodsky)
Prosternarme con Morozova,
danzar con la hijastra de Herodes,
ascender en el humo del túmulo de Dido,
para volver a la hoguera con Juana...

Ya ves, Dios mío, estoy cansada
de vivir, de morir, y de volver a vivir.
Despójame de todo, pero déjame, aún una vez,
aspirar la frescura de esa rosa encarnada.

(Anna Ajmátova)


POEMA

Oí hablar de un hombre
que dice las palabras tan maravillosamente
que sólo con mencionar su nombre
las mujeres se entregan a él.

Si estoy mudo junto a tu cuerpo
mientras el silencio florece como tumores sobre nuestros labios
es porque oigo subir las escaleras a un hombre
y le oigo aclararse la voz ante nuestra puerta.

(Leonard Cohen)


Era una dalia con el centro redondo y negro como el sexo de una mujer fantástica.
Allí se posó una mariposa en oro deslumbrador, hecha de azúcar y esmeralda.
Pero, no era una, eran muchísimas, sobre el sexo solo.
El viento no podía dispersarles.
Por mucho rato yo fui la dalia y las mariposas hicieron su trabajo.

(Marosa Di Giorgi)


Como un monte en la espalda o una cuchilla
fría en mi rostro, dádmela.
Dadme la noche sin alondras,
sin sonidos, sin hojas y sin párpados.

He tocado el amor; aún se estremece
como un seno o un balido entre mis manos.

Dadme lo que queráis; dadme una piedra,
una sombra, una estrella destruida.

(Antonio Gamoneda)


UNA VOZ

Qué simples fuimos entre aquellas ramas,
Inexistentes, caminando al compás,
Sombra que ama una sombra, y el espacio de las
       ramas
Sin moverse ni quejarse del peso de las sombras.

Yo te había acostumbrado a sueños sin alarmas,
A los pasos sin mañanas, a días sin porvenir,
A la lechuza en la breña, cuando cae la noche clara,
Clavándonos sus ojos de tierra sin retorno.

A mi silencio, a mis angustias sin tristeza
Donde buscabas el gusto del tiempo por madurar.
A caminos cerrados, donde venía de ver el astro
Inmóvil de amar, de asir y de morir.

(Yves Bonnefoy)


JULIETA A ROMEO

Es tarde, amor, el viento se levanta,
La oscura madrugada va naciendo,
Sólo la noche fue nuestra claridad.
Ya no seré quien fui, lo que seremos
Contra el mundo ha de ser, que nos rechaza,
Culpados de inventar la libertad.

(José Saramago)

viernes, 12 de febrero de 2010

Jacobo Fijman Súriz (Rusia 1898 - Argentina 1970)


















Arduo ha sido el trabajo de investigación para lograr esta biografía lo más acabada posible. Y ha valido la pena.

La relación POESÍA – LOCURA – ENFERMEDAD – MISTICISMO no es una relación aislada o anecdótica. No se esperan todas las variables, como en un síndrome, se arma el diagnóstico poético sumando características objetivas y subjetivas.

Resultará una lectura algo extensa, pero, les aseguro, fructífera.


Jacobo Fijman Súriz (Orhei, Rusia, 1898 – Buenos Aires, Argentina, 1970)
Nace el 25 de enero de 1898 en Orhei, entonces localidad del pueblo de Bessarabia, en Rusia, actualmente en la República de Moldova, en Rumania. Es el mayor de 6 hermanos, dos de ellas ya nacidas en Rusia, Fedora y Aída, con  quienes , en 1902, don Samuel Fijman y doña Natalia Súriz, deciden emigrar hacia Argentina hacia 1902, huyendo de la persecución antisemita. Se asentarán inicialmente en el sur de la Argentina, en Río Negro, viviendo en campamentos mientras el padre trabaja colocando vías férreas. Llegarán a Buenos Aires en 1903, a la provincia de Lobos. En la Argentina nacerán sus tres hermanos menores: David, Bernardino y Enrique. Jacobo inicia sus estudios primarios pero deberá interrumpirlos dada la precaria situación económica en que su familia vive. Ya en Lobos, su padre instala un pequeño negocio que no logra ir bien, pero al menos Jacobo logra reiniciar sus estudios. Su padre morirá antes que Jacobo parta a Mendoza a proseguir sus estudios secundarios, hacia 1910. Culminará la educación secundaria tras regresar a Lobos y hacia 1917 abandonará definitivamente a su familia, mientras logra concretar un breve paso por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Luego se encargará, en forma autodidacta, de estudiar filosofía, historia, gramática, ciencias médicas, astrología, griego, latín y francés. Ingresa al Instituto de Lenguas Vivas donde estudia filosofía antigua, griego, latín y francés, idioma del cual obtendrá título de profesor y ejercerá brevemente la docencia en el Liceo Nacional de Señoritas de Belgrano. Desde temprana edad manifestará facilidad para la ejecución musical del violín, y seguirá desarrollando dicha habilidad en los años sucesivos, inclusive con el estudio intenso en la interpretación de dicho instrumento. Es gran admirador de la obra de Arcángelo Corelli.
Hacia 1921, en Buenos Aires y desempeñándose como periodista, sufre lo que aparentemente fue una primera crisis sicótica, tal vez de tipo mística, la cual termina en un arresto policial en medio de un episodio violento en que es fuertemente golpeado y luego llevado al Instituto de detención de Villa Devoto y posteriormente al Hospicio de las Mercedes (17 de enero de 1921, según registro de esta última institución), donde quedará internado por cerca de 6 meses y en donde, según relata el mismo Fijman, recibirá castigos físicos que influirán decididamente en él por el resto de su vida.
En 1922 emigra hacia el Uruguay y trabaja irregularmente en una editorial de Montevideo, desde la cual, en medio de la miseria, envía a su amigo Carlos Grünberg, sus primeros poemas, algunos de los cuales serán publicados en la Revista de la comunidad judía de Buenos Aires, “Vida Nuestra”, en Agosto de 1923. Un mes después, la revista Noticias Literarias, también de Buenos Aires, publicará su  comentario “El lector de Bach”.
Entre 1924 y 1925 viajará errante por las costas del norte argentino, Paraguay y Brasil, trabajando en un sinfín de menesteres para lograr su manutención.
Luego de ello regresa a la Argentina y se hace parte del grupo literario Martín Fierro donde conoce a J.L Borges, O. Girondo, L. Marechal (quien habría sido el que lo invitó al grupo), Macedonio Fernández, José Planas y Antonio Vallejo, Alfredo Bigatti, entre otros, todos ellos integrantes de la primera línea de la vanguardia argentina.
Entre 1926 y 1927 publica algunos poemas y relatos en la revista Martín Fierro y Mundo Israelita, y en el diario Crítica. Sus poemas reciben elogios de parte de Raúl Scalabrini y A. Vallejo. Colabora también con las revistas Mundo Argentino, Vida Nuestra, Revista Número, Revista Arx, entre otras, hasta que, en Noviembre de 1926, publica su primer poemario con el título de “Molino Rojo”, el cual contenía 41 poemas y algunas xilografías de Pompeyo Audivert y José Planas Casas. El título de esta primera publicación será explicado por el mismo Fijman, quien alude a una situación absolutamente doméstica mientras buscaba un título para explicar una poética que grafique sus estados mentales de “demencia y vértigo”. Mencionará también que este poemario lleva la impronta de la sonata de Corelli, “La locura”. Sin embargo, dada la convulsa situación político-social de aquel momento, aquel título será asociado a movimientos anarquistas y socialistas.
En 1927, junto a Oliverio Girondo y Antonio Vallejo, y auspiciado por ellos, viaja a Europa, desembarcando en París, donde conocerá a varios importantes personajes del movimiento surreralista: André Breton, Paul Éluard, Isidore Ducasse, Robert Desnos y Antonin Artaud. También en París se verá rodeado de grandes templos y catedrales que llamarán profundamente su atención y agudizarán su ya confusa situación mística llevándola a una situación crítica, con la cual regresará a Buenos Aires. Aquí se mantiene en contacto con la bohemia local, conoce al pintor Benito Quinquela Martín en el Café Tortoni de Buenos Aires y mantendrá su fascinación por la pintura medieval y la iconografía religiosa que había ya revisado en el Louvre. Participará con Audivert en las reuniones de “Camuatí”, agrupación de trabajadores por la cultura. Luego asistirá a reuniones con la comunidad católica y con monjes benedictinos. En 1929 publicará su segundo poemario, con el título de “Hecho de estampas”, que reúne 15 poemas, claramente relacionados a sus vivencias religiosas y su admiración por las imágenes ya mencionadas. Recibirá, por esta publicación, elogios de parte de la comunidad literaria católica en la revista Crítica (medio de dicha comunidad), principalmente por Tomás de Lara. En abril de 1930, es bautizado en la fe católica. En mayo de 1930, la revista Número anuncia la próxima aparición de un libro de cuentos, “San Julián el pobre”, publicación que no se llevará a efecto. A fines de 1930, obtiene una cátedra en francés y esto le permitirá ahorrar algún dinero con el cual viajará a Europa por segunda vez con la intención de ingresar como monje a un monasterio benedictino en Bélgica, pero tal permiso será rechazado. Pasa por España, Francia e Italia antes de llegar a Bélgica con las intenciones antedichas.
En 1931, ya en Buenos Aires, publica su tercer y último libro de poemas: “Estrella de la mañana”, de hondo contenido espiritual y que hace su aparición en pleno gobierno dictatorial dirigido por Uriburu. La revista Número, con la cual Fijman colaboraba, desaparece en este gobierno y esto lo sume a una nueva etapa de indigencia y soledad, a veces autoimpuesta. En 1934 La Nación publica 2 obras suyas y en 1934 la revista Arx, imprime su poema: “Letanía del agua perfecta”. En abril de 1934 fallece su madre y él asiste a los funerales, luego de lo cual regresa a su soledad. Concurre frecuentemente a la Biblioteca Nacional Argentina hasta 1942, año en que es notificado por la dirección de dicho establecimiento, respecto a su imposibilidad de seguir asistiendo, tras algunos incidentes con el personal de la biblioteca.
Las crisis mentales se suceden, pinta, estudia obsesivamente, toca el violín en las calles para sostenerse económicamente, vive en conventillos, sobrevive. Dados algunos episodios violentos, es detenido tras el allanamiento del ático en el que reside en la Avenida de Mayo, esto entre octubre y noviembre de 1942. Tras su detención es ingresado al Hospicio de las Mercedes (que posteriormente se convertirá en el Instituto Neurosiquiátrico José T. Borda) con los diagnósticos de “Psicosis distímica y Síndrome confusional”. A pesar de los tratamientos de aquella época, electrochoques y sedantes a discreción, Fijman logra mantener actividad artística y sigue escribiendo poemas. Nunca más será dado de alta de este sanatorio, aunque sí será trasladado, en 1952, a la Colonia de Alienados “Open Door” donde permanecerá por 2 años y luego regresará al Instituto Borda.
En 1948 aparece retratado por Marechal, bajo el nombre de Samuel Tesler, en el “Adánbuenosaires” una de las más celebradas novelas de las letras argentinas.
El 3 de enero de 1953, dos décadas después de que yace en el olvido, Lisardo Zía publica en El Clarín, una reseña recordatoria del poeta.
Logra algunos permisos cortos, visita algunos amigos, aparecen desde 1958 algunas notas suyas y en aquel año logra gestionarse una pensión de la Sociedad Argentina de Escritores.
En 1962 y 1964 es incluido en dos importantes antologías poéticas y en 1966, Lisandro Galtier publica dos poemas inéditos de Fijman en la revista Testigo. Una publicación siquiátrica, publicará algunos de sus poemas en 1968.
Anecdóticamente, Fijman logrará algún dinero a partir de traducciones del francés que hacía para los médicos del hospital en el que estaba internado.
También en 1968, Jacobo Fijman recibe la visita de Vicente Zito Lema, director de la revista Talismán, cuya primera edición será dedicada íntegramente a “Jacobo Fijman, poeta en hospicio”.
Notas respecto a él aparecerán en las revistas Panorama, Análisis y Gente, y ellas incentivarán a los hermanos menores, David y Bernardino, a visitarlo al Borda en el que estaba recluido.
Luego de mucha tramitación, Zito Lema es nombrado “curador” de Fijman y logra incluso llevarlo a su propia casa algunos fines de semana. A Zito Lema, Fijman confesará sus más recónditos temores: “Sé que dentro de muy poco me voy a morir. Ya soy viejo y he sufrido lo suficiente. Pero tengo miedo de lo que me espera. No de la muerte porque ya estoy muerto en Cristo sino de que me abran la cabeza como hacen con todos los internos. ¡No quiero presentarme ante Dios cuando resucite con el cerebro dañado y chorreando sangre! Mi vida ha sido el estudio, la poesía, quiero estar hermoso, digno. Además va a estar ella, la Virgen, la única que no se burló de mi amor, ni me rechazó”. Con total lucidez, explicará después: “No soy enfermo. Me han recluido. Me consideran un incapaz”.
Aparecerán durante 1969 una serie de notas firmadas por Fijman en la revista Extra. En 1979 será invitado a un programa de televisión, “La Ciudad Creadora” donde súbitamente expresará ante cámaras: “Todos los domingos, en Misa, los sacerdotes comen mierda”. En Julio de 1970, Zito Lema publica “El pensamiento de Jacobo Fijman, o el viaje hacia la otra realidad”.
El 1 de diciembre de 1970, gravemente enfermo, fallece de un Edema agudo pulmonar. Fue velado en una sala de la Sociedad Argentina de Escritores, con la asistencia de Zito Lema y una o dos persona más.



Obras:

Molino Rojo , 1926 (poesía)
Hecho de Estampas, 1930 (poesía)
San Julián el pobre, 1930 (cuentos)
Estrella de la mañana, 1931 (poesía)

Actualmente pueden encontrarse en librerías algunas selecciones de poemas y la Poesía Completa (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2007).
En 1998 se editó “San Julián el pobre”.


Algunos poemas de Jacobo Fijman:

De “MOLINO ROJO”:

ALDEA

Mi blanca soledad
Aldea abandonada.
Revuelo de perezas
Sobre la torre de un anhelo
Que tañe sus horizontes.
Pintadas negras de la desolación.
Yunques abandonados y puentes solariegos.
Se ha sentado el dolor como un cacique
En el banquillo de mi corazón.
Las lluvias estancadas de mis sueños
Se han cubierto de musgo.
En el horno apagado del silencio
Mis frutos maduraron
Estérilmente.
Perdí mi itinerario en el desierto.
¡Hospedería triste de mi vida
en donde sólo se aposentó el azar!
En una pradería de cansancios
Balan estrellas mis ovejas grises.
Lugarón sin destino;
Las calles andariegas
Beatas de mi ser
Son manos
Contemplativas
Que van perdiendo soles...


MORTAJA

Por dentro;
Atrás el rostro.
¡El pasado aniquila!
¡Es en vano que encuentre una herradura
en el estanque turbio de mi imaginación!
El árbol ha cubierto de palomas
mi soledad; pero es en vano.
Desnudo
Siempre estoy como una llanura.
Para buscar un cerro
Miro las multitudes.
Estoy siempre desnudo y blanco;
Lázaro vestido
de novio;
una mortaja viva
entre el ayer eterno
y el eterno mañana;
una mortaja viva
que llora en mi garganta.


CANTO DEL CISNE

Demencia:
El camino más alto y más desierto.
Oficios de las máscaras absurdas; pero tan humanas.
Roncan los extravíos;
Tosen las muecas
Y descargan sus golpes
Afónicas lamentaciones.
Semblantes inflados;
Dilatación vidriosa de los ojos
En el camino más alto y más desierto.
Se erizan los cabellos del espanto.
La mucha luz alaba su inocencia.
El patio del hospicio es como un banco
A lo largo del muro.
Cuerdas de los silencios más eternos.
Me hago la señal de la cruz a pesar de ser judío.
¿A quien llamar?
¿ A quien llamar desde el camino
tan alto y tan desierto?
Se acerca Dios en pilchas de loquero,
Y ahorca mi gañote
Con sus enormes manos sarmentosas;
Y mi canto se enrosca en el desierto.
¡Piedad!


SUB-DRAMA

Desolaciones.
Altos silencios
Que balancean sus cabezas truncas
esencialmente.
Han caído mis esperanzas
como palomas muertas.
Desbandes.
El canto de mi mismo se alucina.
Cristales rotos.
Murga carnavalesca.
¡las risas rojas!
Cifras desafinadas y arbitrarias;
¡el dolor más eterno!
Me trasvasa el espanto sus caminos.
Pavor de candelabros;
Romance de agonía.
¿Quién soy?
Ha perdido su espacio
completamente el universo.
Se cierran las estrellas en mis ojos.
Nadie y nada.
Terribles apariencias
aplastan el cristal de sus sarcasmos.
Pasa un convoy de brujas caprichosas;
cuelgan mis extensiones deformadas.
Mi corazón es una isla roja
en que destacan sus banderas negras
los días de mi anhelo.
Las miradas ardientes de mis ojos,
¿en qué se apoyarán mañana?
Canciones de mi ser,
hemisferios de dicha,
volúmenes de aromas
¿en qué tambor de soles
se agitarán mañana?
Orientes y occidentes.
Se quebrarán mis ejes.
Lo sé.
¡Llueve sin latitud el dolor más eterno!
Han caído mis esperanzas
como palomas muertas.
Pavor de candelabros; romance de agonía.


GABÁN

Soy una alforja
de lluvias.
Mi corazón regó en las primaveras
sementeras de espacio;
por ello mi cabeza
es una gorra remendada y parda
(genialidad)
o, un gabán roído,
pues he amado.
El pienso de mis días
desparramé en las sendas;
rompí todas las tejas
de los pesebres
humanos.
De mal en peor
tildaron mi locura;
merma mi audacia,
enflaquecen mis manos dadivosas
como las muelas viejas.
¡El gabán de mi ser se va pudriendo!


De “HECHO DE ESTAMPAS”:

POEMA I

Caía mi sueño en la otra soledad de los canales.
Regocígate, niño, la presencia graciosa de la muerte
reparte en sombras alternadas el olor de los ángeles
y levanta tus sordos desamparos.
Niño de paz,
han apagado las islas monótonas de los soles perfectos.
Niño de paz,
imito el mundo en un mi sueño ajeno a la claridad.
Un silencio de música se apacienta en las torres.


POEMA IV

Extiendo mis brazos hacia el poema descansado que
                                         / inmortaliza la lejanía.
Caen océanos en las noches oscuras de nuestras adolescencias
                                         / en Dios.

Herido de mi canto
por uniones de azar
toda mi carne mortal recoge la blanca limosna del misterio.

Siento venir el fresco gusto del alumbrar;
siento venir entre las olas de la desesperanza maduros imperios.

Agito los ramajes.
Danzo en la gracia de todas las familias de la tierra y el
                                                        / universo.


POEMA X

Reposan los sagrados pinos,
y mi voz arrollada en la tristeza de una luz rompida.

Paz, paz, sobre los días y las noches cansadas y de recoger las
                                                                  / voces falsas,
que el mar hace sonar las cáscaras de nuez de la maravilla,
y vuelvo a oír la guía de mi ánimo dentro de primicias celestes.

Huye la soledad.
Adiós, belleza.


De “ESTRELLA DE LA MAÑANA”

I

Los ojos mueren en la alegría de la visión desnuda
de carne y de palabras,
en la tierra desnuda y en el cielo desnudo,
en el día desnudo y en la noche desnuda bajo los
cielos todo crecidos.
Es demasiado bella la noche de oro de muros y
banderas luminosas.
Corremos en la noche de plata bajo la noche de oro.
Tierra desnuda, tierra perfecta, cielo desnudo,
Cielo perfecto.
Voces desnudas de la voz eterna.
En la noche de oro nos llaman las acampanas,
Y oímos el vuelo de las aplomas desde la noche de
plata bajo la noche de oro.


V

En la misma belleza saborean las lunas su soledad
dichosa.
Caen todas mis muertes en el espanto
de la nada del mal de la nada irreal de la nada.
En las tinieblas puse mis manos cuajadas de llanto.
Arreó la gracia mis ojos perdonados,
y hecho he sido en lo interior de todo y nada.
He sido el que es de todo y nada en bella gracia.


XV

Ama tu alma mi alma, paz de los días, paz de las
noches nacidas en los espantos de muertes,
y en los gozos de muerte y esperanza de muerte.
Amor, Amor; Amor,
tu alma canta dolor de carne, dolor de vida, pavor
de muerte
bajo los cielos llovidos de esperanza.
Amor, Amor; Amor,
viste tu desnudez el agua capaz de las criaturas.



XXIV
Nace en mi llanto de oscuridad de todo
llanto,
oscuridad de soledad de todo llanto.
Vuelven las almas sobre mi alma de alma en alma,
de muerte en muerte.
Lloro con llanto de mi llanto
sobre mi alma de alma en alma, de muerte en muerte.
En soledad de soledad con soledad
en soledad, en todo, en soledad crecida en soledad.
Reposan los huesos en mediodías
en la soledad de mi alma desnuda en soledad.
Criatura de la quietud donde nacen soles.
Debajo del nacimiento
mi garganta solloza almas de alma en alma, de muerte
en muerte.


CANCIÓN DE LA VISIÓN REAL DE LA GRACIA

Niño, tú tienes el oído junto al amanecer
de la tierra y el cielo.
Amén el bosque, Amén el mar y Amén a las estrellas.
El signo de tus manos ata el secreto del mundo.
Amén el bosque, Amén el mar y Amén a las estrellas.
La tierra canta y el cielo, y la vida y la muerte.
Niño, tú tienes en el signo que trazan tus manos
el día y la noche, y la tierra y el cielo, y la vida y la muerte.
Amén, Amén, Amén,
niño de alba de la tierra y el cielo.


Algunos poemas que no aparecen en sus libros:  

RESURRECCIÓN

Esta luz, esta forma que no es mía
Tiene mi propia luz, mi propia huella,
En armonía extraña con la estrella,
Celeste flor lejana, ardiente y pía.

Y en el torno menor de la tristeza,
La hermana luz, la hermana forma canta,
Canta, anuncia, cual buena nueva santa,
Una resurrección de la belleza.


ECLOGA

Tú, la incóndita niña,
De la incóndita flor
Y la incóndita muerte,
Constas de flor y de muerte.
Tú, la incóndita niña,
Demuestra flor y muerte.
Tú, la breve sentencia
De la lúcida muerte,
Que pones con el llanto
La incóndita flor,
Y la incóndita muerte.


RETRATO DE DOCTOR

Este aquí, seráfico leyente,
Trae la flor perfecta
Recibida en ejemplo de ser a ser,
De simples y compuestos,Y día temporal,
Unidos por el uno que nunca fue movido,
Por aquél que depura la imperfección perfecta.
Este aquí seráfico leyente,
Lleva la perfectísima, la perfección perfecta
Del color y la lumbre, del amor y la estrella.