lunes, 13 de abril de 2009

Marosa Di Giorgio (Uruguay, 1932 - 2004)

"Árbol de magnolias,
te conocí el día primero de mi infancia..."

A VECES, EN EL TRECHO DE HUERTA


A veces, en el trecho de huerta que va desde el hogar
a la alcoba, se me aparecían los ángeles.
Alguno, quedaba allí de pie, en el aire, como un gallo
blanco -oh, su alarido-, como una llamarada de azucenas
blancas como la nieve o color rosa.
A veces, por los senderos de la huerta, algún ángel me
seguía casi rozándome; su sonrisa y su traje, cotidianos;
se parecía a algún pariente, a algún vecino (pero, aquel
plumaje gris, siniestro, cayéndole por la espalda
hasta los suelos...). Otros eran como mariposas negras
pintadas a la lámpara, a los techos, hasta que un día
se daban vuelta y les ardía el envés del ala, el pelo,
un número increíble.
Otros eran diminutos como moscas y violetas e iban
todo el día de aquí para allá y ésos no nos infundían miedo,
hasta les dejábamos un vasito de miel en el altar.


(De Historial de las violetas, 1965)



POEMA X

Este melón es una rosa,
este perfuma como una rosa,
adentro debe tener un ángel
con el corazón y la cintura siempre en llamas.
Este es un santo,
vuelve de oro y de perfume
todo lo que toca;
posee todas las virtudes, ningún defecto,
yo le rezo,
después lo voy a festejar en un poema.
ahora, sólo digo lo que él es:
un relámpago,
un perfume,
el hijo varón de las rosas.



(De Magnolia, 1965)



YENDO POR AQUEL CAMPO

Yendo por aquel campo, aparecían, de pronto, esas extrañas
cosas. Las llamaban por allí, virtudes o espíritus. Pero, en
verdad eran la producción de seres tristes, casi inmóviles,
que nunca se salían de su lugar.
Estancias al parecer, del otro mundo, y casi eternas,
porque el viento y la lluvia las lavaban y abrillantaban, cada
vez más. Era de ver aquellas nieves, aquellas cremas,
aquellos hongos purísimos... Esos rocíos, esos huevos,
esos espejos.
Escultura, o pintura, o escritura, nunca vista, pero, fácilmente
descifrable.
Al entreleerla, venía todo el ayer, y se hacía evidente
el porvenir.
Los poetas mayores están allá, donde yo digo.


(De Clavel y tenebrario, 1979)



HABÍA NACIDO CON ZAPATOS

Había nacido con zapatos. Rojos, finos, de taco alto,
que fueron la desesperación de todos los que vivimos juntos
en aquel tiempo.
Y en la cara tenía varias dentaduras, y lentes celestes como
el fuego.
Al pasar, por la tarde, parecía el ángel de la devoración con
pie punzó.
Mas, en realidad, amó la luz solar. Comía guindas, llevándose
una a cada boca.
Y sentía temor y amor hacia el Maestro Tigre que llegaba
en la noche a buscar doncellas.
Y nunca la eligió.


(De La liebre de marzo, 1981)



LOS LEONES RONDABAN LA CASA

Los leones rondaban la casa.
Los leones siempre rondaron.
Siempre se dijo que los leones rondaron siempre.
Parecían salir de los paraísos y el rosal.
Los leones eran sucios y dorados.
Ellos eran muy bellos.
Los ojos como perlas. Y un broche brillante en el pecho
entre aquel pelo áureo.
Los leones entraron a la casa.
Corrimos a esconder los floreros de sal, de azúcar, el cometa
Halley, las queridísimas sábanas nevadas, la
colección
estampillas. Y a traer los sudarios.
Los leones eran al mismo tiempo, presentes e invisibles, al
mismo tiempo, visibles e invisibles.
Se oía el rumor de la leche que robaban, el clamor de la miel
y la carne que cortaban.
Llevaron hacia afuera a la abuela oscura, la que tenía una
guía de rositas alrededor del corazón.
Y la comieron fríamente. Como en un simulacro.
Y -como si hubiese sido un simulacro!- ella tornó a la
casa y dijo: -Los leones rondaron siempre. Están delante
de los paraísos y el rosal. Dijo: -Los leones están acá.


(De Mesa de esmeralda, 1985)



ÁRBOL DE MAGNOLIAS

Árbol de magnolias,
te conocí el día primero de mi infancia,
a lo lejos te confundes con la abuela, de cerca, eres el aparador
de donde ella sacaba el almíbar y las tazas.
De ti bajaron los ladrones;
Melchor, Gaspar y Baltasar;
de ti bajaban los pastores y los gatos;
los pastores, enamorados como gatos,
los gatos, serios como hombres, con sus bigotes y sus ojos de enamorados
Esclava negra sosteniendo criaturitas, inmóviles, nacaradas.
Virgen María de velo negro,
de velo blanco, allá en el patio.
Eres la abuela, eres mamá, eres Marosa, todo eres, con tu
eterna
juventud, tu vejez eterna,
niña de Comunión, niña de novia,
niña de muerte.
De ti sacaban las estrellas como tazas,
las tazas como estrellas.
Estuvo oculto en tus ramos el Libro del Destino.
Te has quedado lejos, te has ido lejos.
Pero, voy retrocediendo hacia ti,voy avanzando hacia ti.
Te veré en el cielo.
No puede ser la eternidad sin ti.


(De Los papeles salvajes, 1991)



MI ALMA ES UN VAMPIRO

Mi alma es un vampiro grueso, granate, aterciopelado. Se
alimenta de muchas especies y de sólo una. Las busca en la
noche, la encuentra, y se la bebe, gota a gota, rubí por rubí.
Mi alma tiene miedo y tiene audacia. Es una muñeca grande,
con rizos, vestido celeste.
Un picaflor le trabaja el sexo.
Ella brama y llora.
Y el pájaro no se detiene.

(De Obra completa, 2005)



MISAL DE LA VIRGEN

-Usted nunca tuvo hijos.
-No. Aunque, un día, cuando era chica, surgieron de mí, de mi pelvis, tres
lagartos. En cartílago grueso y anillado. Tres.
-Eh.
-Sí. Iban por la hierba. Al parecer tenían ojos, pero no pude saberlo. Se
hundieron en el piso.
-Oh.
-Pero antes oí un alarido, como si dijesen: ¡Mamá! ¡Ay, madre! ¡Ay!
-Oh.
-No volvieron nunca. En el momento de la parición, salían de mis pechos (del
izquierdo y del derecho), una gotita de sangre y una gotita de leche.
-...!
Y ella quedó impasible. Y aunque era completamente blanca, pareció lo que
siempre había parecido:
Una princesa india, abajo de su anacahuita.
(De Obra completa, 2005)



Marosa Di Giorgio Medici (Salto, Uruguay, 1932 - Montevideo, 2004)

Nace en Salto, Uruguay en 1932, en la localidad de San Antonio, zona agraria en que se habían establecido inmigrantes italianos que se dedicaban al cultivo de sus tierras. La familia de Marosa era de origen toscano. Su infancia transcurre por tanto en un ambiente familiar y pacífico. Marosa gustaba de la quietud de su entorno y se deslumbra por la naturaleza que la rodea. En su adolescencia se traslada a una zona más céntrica de Salto, donde realiza su educación secundaria y posteriormente su estudio de arte escénico, que, aún siendo una de sus pasiones, no logrará desarrollar. Empieza a escribir antes de terminar su instrucción escolar y lanza sus primeras publicaciones en revistas locales, a los 17 años. Ya mostraba también sus peculiares formas en su vestido, sus opiniones, sus actitudes, siempre muy original y hasta extravagante. Gustaba de alhajar su figura con adornos llamativos y maquillaje exuberante.
Tempranamente comenzó a rodearse de artistas y escritores, con los cuales compartía largas veladas artísticas. A pesar de todo, siempre asomaba la timidez en el centro de su llamativa apariencia.
En 1954 publica su primer libro, Poemas, al que siguieron Humo, Druida, Historial de las violetas, Magnolia, La guerra de los huertos, Está en llamas el jardín natal, Los papeles salvajes, Gladiolos de luz de luna, todas ellas fueron objeto de gran aceptación y buenos comentarios, tanto en su país, como en el extranjero. Su estilo muy personal, su sensibilidad, su facilidad para jugar con la prosa y hacerla poesía. Utiliza el universo que la rodea y lo plasma maravillosamente, según su especial percepción. Por esta razón la obra de Di Giorgio se asocia frecuentemente al surrealismo, ya que el juego onírico le otorga a su obra una preponderancia de lo irracional sobre lo estrictamente regido por la razón. Marosa, sin embargo, no cae en el caos del inconsciente.
En 1978 se traslada a Montevideo y posteriormente visita Europa, Estados Unidos, Israel, Argentina y Chile.
Publicó después Clavel y tenebrario, La liebre de marzo, Mesa de esmeralda, La falena, y Membrillo de Lusana.
Realizaba recitales de sus propias obras en los que se presentaba descalza, vestida de negro y con flores apretadas contra el pecho, generalmente de color rojo, saciando de alguna forma su gran anhelo actoral.
En 1993 publica Misales, libro de relatos eróticos (de hecho, tal es el subtítulo del libro: “Relatos eróticos”), en el cual, la sensualidad desborda todo lo ya insinuado en sus anteriores publicaciones. Marosa considerará, en alguna de sus expresiones, que “la escritura es una forma de vivir el sexo”.
Las últimas obras de Di Giorgio serían Camino de las pedrerías, Rosa mística, Flor de lis, y la novela Reina Amelia.
Marosa nunca se casó y no tuvo hijos. Siempre lejana, casi inabordable, por lo menos en la apariencia. Quienes la conocieron opinan de ella, más bien como una persona cálida, afable.
Di Giorgio fue acreedore de la Beca Fullbright, y en 2001 gana el primer premio del Festival Internacional de Poesía de Medellín.
Fallece el 17 de agosto de 2004, en Montevideo. Fue enterrada en Salto, su tierra natal.