sábado, 6 de febrero de 2010

Arnaldo Calveyra Pereyra (Argentina, 1929)




Arnaldo Calveyra Pereyra (Mansilla, Entre Ríos, Argentina, 1929)
Arnaldo Calveyra nació en Gobernador Mansilla, provincia de Entre Ríos, Argentina, en el año 1929. Hijo de don Luis Calveyra y doña Gerónima Pereyra. Transcurre su infancia y el inicio de su escolaridad en el campo hasta los 9 años, en que pasó a “una escuela de pueblo”, a 7 kilómetros de su casa. A los 14 años ingresa al Colegio Superior "Justo José de Urquiza", de Concepción del Uruguay, en la misma provincia de Entre Ríos. Al año siguiente, 1944, su madre decide costear la publicación del primer poemario de Arnaldo: “Ha nacido un hombre”, pero que el mismo Calveyra, posteriormente, no considerará dentro de su obra personal. A los 20 años tiene un primer encuentro con el poeta Carlos Mastronardi, quien se convertirá en personaje de gran influencia para él, respecto a su futuro como escritor. De hecho, al año siguiente, en 1950, inicia la carrera de Letras en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata, en Buenos Aires y desde 1951, se ayudará económicamente mediante un trabajo de fines de semana en un muelle de fumigación en Ensenada, en la misma provincia de Buenos Aires. Se mantiene en este trabajo por un lapso de 2 años, a pesar del riesgo que representaba para su salud, ya que el contacto con sustancias tóxicas obligaba a realizar jornadas cortas y esta experiencia lo impulsará a la producción poética en su libro “Diario del fumigador de guardia”, cuya primera versión será de 1951 y posteriormente le realizó correcciones, guardándolo sin publicar, ya listo, desde 1953. Este original, guardado en un baúl, tras una inundación, fue “rescatado” en 1983, durante uno de sus regresos a Argentina, y llevado recién en ese momento a París.
En 1959 Calveyra viaja por primera vez a París. Allí conoce a Gaëtan Picon, escritor y trabajador del Ministerio de Cultura de Francia. Este mismo año, en Buenos Aires, se publica la obra de teatro “El diputado está triste” que se estrenará en Buenos Aires recién en el año 1966, y su primer libro de poemas “Cartas para que la alegría” (ya que Calveyra no consideró “Ha nacido de un hombre” como su primera publicación). La versión rancesa de este libro verá la luz en 1983, con el título "Lettres pour que la joie". Desde 1960, tras obtener una beca, adoptará París como su ciudad de residencia. En este mismo año viaja a Roma y conoce al poeta italiano Giuseppe Ungaretti.
Luego, de vuelta en París, en 1961, conocerá a Julio Cortazar, con quien establecerá una amistad cercana. Conoce también a Alejandra Pizarnik y a quien será su traductora al francés, Laure Bataillon.
Tras la muerte de su madre, en 1962, decide retirarse en el monasterio benedictino de Solesmes, donde escribe el poemario “Libro de las mariposas”, que será publicado en Argentina el año 2001.
Al año siguiente se casa con Monique Tur, su mujer por más de 40 años.
En 1969 se publica en Francia la obra de teatro “Moctezuma”, traducida al francés por Bataillon. Su siguiente publicación en francés, también una obra de teatro, será “Latin American Trip”, en 1971, año en que pasó un tiempo en Inglaterra, en casa de Peter Brook. Recién en 1978 esta obra se publicará en español.
En 1972 nace su primer hijo, Beltrán, y 3 años después, su hija Eva.
En 1985 se publica el poemario “Iguana, iguana” y en 1987, en francés (traducción de Bataillon), el poemario “Le journal du dératiseur”. En 1986 se estrena en Buenos Aires su obra “Cartas de Mozart”En 1988 se publica en conjunto los poemarios “Cartas para que la alegría” e “Iguana, iguana”. Este mismo año se publica la obra de teatro “L’éclipse de la balle”, traducción de Florence delay. En 1989 su primera novela, en francés (traducción de Bataillon y Alain Keruzoré) “Le lit d’Aurélia”, cuya versión en español, “La cama de Aurelia”, se publicará en Barcelona, en 1990. En 1992 se publica el libro de cuentos “L’origine de la lumière” en traducción al francés de Françoise Campo, que recién en 2004 verá su primera edición en español como “El origen de la luz”. También en 1992, y también en francés, se publica el poemario “Palinure”, traducción de Laure Bataillon. En 1994, en Francia, aparece “Anthologie personnelle”, antología y poemas inéditos en un mismo volumen. En 1997 se publica el poemario “El hombre de Luxemburgo” en España, que al año siguiente aparecerá en francés con el título “L’homme de Luxemburg” con traducción de Delay. En este mismo año, en Francia, se publica el ensayo “Si l’Argentine est un roman”, traducción de Claude Bleton y que en el 2000 será publicado en español bajo el título “Si la Argentina fuera una novela”. Este trabajo será considerado por algunos críticos, más que un ensayo, como un especial poema. En 1999 se publica en Argentina una pequeña antología titulada “Morse y otros textos”. En el año 2000, además del ensayo “Si la Argentina...”, se publica también, en Francia, una edición bilingüe del poemario "Le livre du miroir" o “El libro del espejo”. Esta última obra aparecerá íntegra bajo el título “Apuntes para una reencarnación” en el Diario de Poesía de Buenos Aires Nº 53 en 2002. También en 2002 se publica la primera edición en español del “Diario del fumigador de guardia”, poemario escrito en la década de 1950, como ya se mencionó, y rescatado de la humedad de un baúl en 1983, en uno de los viajes de Calveyra a Buenos Aires.
En 2003, se publica "Maïs en grégorien", versión francesa de "Maizal del gregoriano", que se publicará en español en 2005. En 2004 el poemario “El origen de la luz”. Y, nuevamente en 2004, el Diario de Poesía Nº 69 publica cartas y poemas inéditos de Arnaldo Calveyra en una sección especial.
En 2006 publica “Diario de Eleusis”, que el mismo Calveyra describe como “la continuación de la atmósfera de “El maizal del gregoriano”
En 2008 se publica su “Poesía reunida” y en 2010 , a los 81 años, ha publicado “El cuaderno griego”.
Arnaldo Calveyra ha recibido la condecoración de Commandeur de l'Ordre des Arts et des Lettres, otorgada por el Ministerio de Cultura francés y su reconocimiento en Argentina es, en realidad, reciente.


Calveyra y Cortazar (París, 1963)

Poemas de Arnaldo Calveyra

El viaje lo trajimos lo mejor que se pudo. De todas las mariposas de alfalfa que nos siguieron desde Mansilla, la última se rezagó en Desvío Clé. Nos acompañamos ese trecho, ella con el volar y yo con la mirada. Venía con las alas de amarillo adiós, y, de tanto agitarse contra el aire, ya no alegraba una mariposa sino que una fuente ardía. Y corrió todavía con las alas de echar el resto: una mirada también ardiendo paralela al no puedo más en el costado de tren que siguió.
La gallina que me diste la compartí con Rosa, ella me dio budín. En tren es casi lo que andar en mancarrón.
Los que tocaban guitarra cuando me despedías vinieron alegres hasta Buenos Aires.
Casi a mediodía entró el guarda con paso de “aquí van a suceder cosas”, y hubo que ocultar a cuanta cotorra o pollo vivo inocente de Dios se estaba alimentando.
En el ferry fue tan lindo mirar el agua.
¿Y sabes?, no supe que estaba triste hasta que me pidieron que cantara.



***




No te dije de la luna. La luna es lo más alto. Cuando la mirábamos, ¿por qué hacíamos retemblar el índice sobre el labio hasta provocar un beruberu de acompañarla? ¿Nos lo enseñaste tú o papá? ¿Y qué era su despabilarse en niño Jesús subido al burrito sobre esa lumbre de peligro? Dame esas noticias. Nos quedábamos hasta bien tarde en enero para mirar. Ahí la tengo en el patio ahora, es lo más alto. La dejé atada del pino, mi cometa plateada y mi compaña, y me entré luna arriba para que muchos niños.

(de “Cartas para que la alegría”)

Caras

Está empezando a comprender.

Lee y no lee, acaso los anteojos sean prestados.

Es un niño. Esta mañana, jugando, se fue de boca.

Va a bajar en la próxima estación, le parece que el viaje no fue viaje ni fue nada.

Pestañas casi tristes.

Lejos y cerca. Baila sentada. Puede, lo puede todo. “En el comienzo no era el amor y alguien intentó.”

La alegría de ayer por la tarde está todavía intacta. Andará por ella toda la noche del viaje. No será viaje, será una carta.

Se le murió el hijo no hace mucho. No entiende la muerte.

Lo enterrarán con una lápida con las iniciales de otro.

No comprendo esa cara.

El equipaje es de lujo. Viudo de todo.

Cara de “viajo en segunda pero no porque no pueda pagarme una primera, no había boletos de primera”.

La boca es de alguien que no ha dudado nunca en una lengua extranjera.

Se vistió hace años para este viaje. Ahora fuma para disimular.

primero, deja pasar los pueblos, luego abre una puerta en el pueblo transcurrido.

Oye un grito, oye que viajamos.

En este vagón lo llevan preso, inventa una escapatoria: “inocente, inocente”... ¿Por qué nos miramos?

(de “Iguana, iguana”)

Muelle de fumigar

Cuando la mañana anda lejos y la humedad del planeta cae a baldes de silencio sobre el muelle dejado, sin nadie, sin ninguna estrella, la bandera amarilla está por poco tiesa de oscuridad, no, ninguna estrella que quiera volverse mástil de ese grito.

Cuando la rotación entera no sabe sino de agua y de silencio -entre los 18 y los 25 años la esperanza se atrasa- como si la oscuridad de golpe no supiera encender esta luz escasa, la mañana.

Cegado por la humedad emigro al otro muelle, el relato que iba imaginando con el mero latido de mis pasos se interrumpe por la página 25, retrocede a su comienzo cargado de promesas.

(de “Diario del fumigador de guardia”)




Jardín alado.

Ignorante de las leyes de la ciudad adonde la suerte lo ha llevado, manantial de eternidad inventada, por poco una penumbra ofertada al cielo más vasto del jardín

manantial fabricado, instante en círculo, asciende su forma, asciende y recae, en eso el agua, borrador, derrama, manera tan suya de mencionar los jardines del sur incansablemente bellos.

Y en tal escena, en más de una ocasión, como quien aplica un oído a un caracol por escucharlo murmurar había llegado a confundirlo con una frecuencia de su corazón, manantial brotando de la tierra de siglos, puertas que al abrirse mencionan la fragancia de los bosques.

(de “El hombre de Luxemburgo”)




Por el espejo de irte quedando dormida el largo día pasa, pasa un río, pasa el agua de ese río, muchos ríos pasan, noche que llega por la ventana entrecerrada, que no oscurece el agua, pasa, pasa el recuento de lugares en espera, siempre, de lo mismo, el desenlace súbito del espectáculo del día en que llegaste a ser casi todas las cosas.

(de “Apuntes para una reencarnación”)




No me has encontrado, me anduve empapando de rocío. Temprano irisado.

Iba cantando, iba contándome, iba abriendo maizales con el canto al canto.

Los perros lo toreaban a Dios de tan visible.




***




¿La mañana? habíamos quedado en que saldría de tu mano derecha pero tu mano derecha se ha dormido, se ha dormido.

¿La mañana?, dijimos: dentro de poco, descansa un momentito y tus párpados.

No sé, veo la rosa que se incendia, rosa incendiándose, fábula de la corona que se yergue.

(de “Libro de las mariposas”)




De cuerpo dormido. Monje tumbado por la siesta un mediodía de primavera. Cuerpo de monje ganado por el sueño, cuerpo y mente ganados por el sueño. ¿De dónde le llegan las palabras que oye? En el reposo las adivina, pasividad atareada del sueño. Fuera ya del cuerpo, el monje da unos pasos, el sueño que no siempre dice la verdad, los sueños que suelen ser falaces. Dormita el monje en medio del huerto y se parece al paisaje. A su sueño acude un hombre de andar desconocido, a él parecido -al que él desconoce-, el forastero permanece a su lado, acaso ocupado en infundirle su propia intemperie ¿pero se tratará del mismo monje? De pie no de otro modo que despierto, ojos gravemente abiertos, un río pasa, hace las veces de su mente, avanza, se pierde, desconocido a la vera de desconocido.

(de “Maizal del gregoriano”)



Ángel semejando a cielo, cielo toldado en todo parecido al agua de esta lluvia, no llegas de ninguna parte, no llegas de horizonte, cielo percudido con que tropieza la oscuridad de tinta, ¿tiritas a causa del viento que lo congela todo?, llegas del potrero, de entre las miasmas de los animales interrumpidos por el terremoto fijo de la hora, lindas con alturas de betún y hoja seca, brazos del que anda de imaginaria por el campo, tocan tierra y figuran la cabeza que no encuentra acomodo en la almohada.


-ángel malherido, brotas de tu herida, brotas del frío tan crudo a eso del jardín

(de “Diario de Eleusis”)



Solo por encontrar mi infierno y mi paraíso, sigo subiendo desde estos nombres de flores indecisas, incoloras, azules que traían atardecer y decían buenas noches a cualquier hora del día y de la noche. Casa infantil, lo más lejos. Solo para recibirme de mi vida, para que en este día sin hiatos se me dé cabida con mi amor a solas de la luz, hombre de la luz, imprevisto de hombre que persigue a su estela en cada sombra que a su paso se anima y colorea hasta ser ojos, boca, mirada.



***




Uno de nosotros dos es dos y alguien más a esta hora. Más vida, agua de manantial y monte, uno solo entre y con los dos, más callado silencio de recién preciso y vacilante. Indeciso y extrañado silencio, más se parece a la batalla cuando les llega la noche y mueren los últimos. Uno de los dos, más por recibir a ese otro que alienta todavía y de cuando el era y el serán se pliegan y despliegan como las dos puntas de días y de tardes, barquito de papel lanzado al estanque. Serán uno, serán uno, alguien que conserva su silencio de fábrica entre sus dos manos apaciguadas, su humo de recién.

(de “El Cuaderno griego”)