sábado, 6 de junio de 2009

Lilian Serpas (El Salvador 1905 - 1985)


Lilian Serpas Gutiérrez (San Salvador 1905 – 1985)




La Mariposa

En el jardín de plenilunio lleno
su tríptico de pétalos se posa,
con la fijeza de una mariposa
que congelara en flor su desenfreno.

Tiene en su cáliz de candor un pleno
aire más fino que nevada rosa,
y del perfume, doncellez premiosa,
la suave gala de blancor sereno.

Vuelta de niebla y música su vida
es retazo de luna: ahí fundida
vobró la noche en su primer rocío.

Así quedó la mariposa en vuelo
sobre la media página del cielo,
¡clavada al aire en alfiler de frío!


Ocaso

La luz en pie de Ocaso compagina
al del Oro sangrante de la rosa;
y suma cardinal y milagrosa
al viraje del sol en la colina.

La fuga de las cosas se adivina:
diríase una escala luminosa,
por donde asciende el aria jubilosa
que al corazón de la floresta afina...

Más la tregua de un día pajarero
-en nidales de celo y alborozo-,
elige permanencia en el alero...

Y un éxtasis de dicha se presiente
-al expirar un ágave gozoso-,
¡tal un místico albor, en el poniente!


Lección de muerte

…Por un ayer extático y remoto
muero viviendo a pausas con la vida;
mas exhumo en mi piel igual al loto,
que del cieno en la flor, busca salida…

Si en flagelos de agobio consumida,
Como una aspiración busco lo ignoto;
Y porque en muerte vivo dividida,
Mi tiempo, en lo fugaz es mundo: roto…

De la vida en un breve itinerario
-con mi lección de muerte abriendo puertas-
al átomo de Dios; mas sin horario

-como trampa dantesca de un infierno-
de este mundo de trágicas reyertas,
sólo afirma mi espíritu, ¡lo eterno…!


Aluzinaje

Lúcido en la tiniebla de un momento
de ser -ya sido- en inicial viraje,
arranca de raíz mi pensamiento
-tan joven como antiguo en su linaje-.

Ráfaga a grupas de un saber, aliento
-del polvo hostil es rescatado viaje-,
emite luz, muy cerca a lo que siento
del más nocturno azul de alunizaje.

Ritmos de meteoros miden tensa
noche, sólo soporte a mi defensa,
igual a rostro en Cero circunscrito.

Yo heroica y huyendo en un desvelo
-libre y sin nada-, como en un deshielo,
alcanzo en pie de amor, el infinito.


Lo intemporal

I
Próxima al vértigo, sin pausa, alerta,
Al rumbo huracanado en la espesura
-de un muro de olas-, en fatal reyerta:
mi ser, igual a barco en la aventura:

por náufrago pavor, donde apresura:
zozobra, tiembla, y el corazón despierta;
pulsa el timón intemporal, y acierta
-sostén a su caída-, a la más pura

excelsitud de un sueño, en inminente
forma -la que fenece-, y de un arcano,
la fuga del dolor, suave nepente…;

si lleva ella, la imagen exhaustiva
de Dios en si, o de Él, lo tan lejano;
¡mas siendo eternidad, que sobreviva!


II
Proa al vaivén de un mundo ingobernable,
-en el ocaso unánime de mi vida-,
forma es de un tiempo, abierto a inefable
gozo, el más breve: Idea definida,

naciendo a ras de un diáfano y palpable
cielo ahí en un Todo…Y esclarecida
mi mente en un tanteo de insondable
noche, tras debates arrecida

-en pugna del ludibrio… - Y el pensamiento
para ser, o no ser la amortajada
de mi crear punzante, al solo intento

de ver el infinito, al que posterno…
y en mi sentir, su esencia es a la Nada
-en lo de Dios-, ¡mi rostro en puro eterno…!


III
…Sin rostro ya y sin pies en mi jornada,
la conmoción que alúmbrame es Poesía,
siguiendo el ritmo en la girosofonía
de un ala al vuelo a la luz desintegrada…

Mi término es inicio de la Nada;
Y en mí no vivo si de la agonía
El Fin no llega, para un nuevo día,
Y si -muero sin morir-, voy desterrada:

Para un futuro limpio de mi mente
-en la Totalidad viviendo ausente-,
y en gloria de un minuto, que, si existe,

es la imagen tan solo de un presagio
si no siendo al estar en un naufragio,
¡mi muerte al trascender vivirá triste…!


Beethoven

Vertical en la rosa del sonido
Oyes vibrar el cosmos, que en sí rota
-desde inaudible clave- y de tu oído
-vórtice de una clave- libre flota,

al acorde cifrado, y sola nota
conjuga en unidad de tu sentido,
un Universo abierto en la remota
bóveda, pentagrama en tu latido;

y tu mano estelar en contrapunto
-beethoveniano de alta sinfonía-
pulsa del tiempo universal conjunto:

marea cuando estalla ¡oh Dios, que mueve,
el perenne fluir de la armonía,
y amenaza lo eterno con lo breve!


Oculta clave

Pájaro azul del vuelo delirante,
Medir puede la exacta geometría
-que sólo Dios creara-, y fuera el guía
del árbol en el salto equidistante:

Seguro del secreto se confía,
Tras el aéreo impulso trepidante,
Si de sus alas, en un solo instante
Arriésgase en sus trinos de alegría:

Y hacia el nido, al flotar sobre la rama
-el pájaro, en la clave de su trama-
sin caer en la trampa a donde vibra:

pulsa la levedad, aspira el aire
volátil del aroma, y en un donaire,
por el trino que exhala, ¡se equilibra!


El espejo

Ámbito intemporal y luna helada
Trae el amor cifrado en mi sigilo;
Sé de la luz de Dios -por Él creada-
Y el dulce honor que me depara asilo…

Porque en convexa margen ato el hilo
De mi imposible afán, en la estrellada
Noche, su rostro busco y lo perfilo,
Definiendo en un cielo, su mirada…

Y de alto girasol soñado para
Convertirme en espejo, la tragedia
Huidle cópiase en mi propia cara…

¡Igual a río en mi vigilia vierte,
vago temor que a mi pensar asedia,
como espectral imagen de la muerte!



Lilian Serpas Gutiérrez (San Salvador Marzo, 1905 – Octubre, 1985)

Lilian Serpas Gutiérrez nació en San Salvador el 24 de marzo de 1905, hija de don Carlos Serpas, conocido pensador salvadoreño, y doña Josefa de los Ángeles Gutiérrez. A los 4 años de vida queda huérfana de padre y su educación queda a cargo de su madre quien hacía de anfitriona en su propia casa de amenas tertulias literarias. De esta manera, Lilia (según aparece su nombre en el registro civil de San Salvador) conoce a sus tempranos once años de edad al gran literato Francisco Gavidia, maestro de las letras salvadoreñas, quien incluso prologará el segundo libro de Lilian Serpas, titulado “En el zafir de un ala milagrosa” y que se editará con el escueto nombre de “Nácar” en 1929. El Colegio Normal de Maestras de San Salvador y, posteriormente, el Instituto Técnico Práctico de Señoritas, la llevaron a obtener su bachillerato. Simultáneamente se empeñaba en aprender inglés y francés. En 1927, a los 22 años de edad, Lilian colabora en la radio AQM y con la revista Pareceres. Este mismo año publica “Urna de ensueños”, su primer libro. A los 25 años se traslada a los Estados Unidos, residiendo por 8 años en la ciudad universitaria de South Bend City, San Francisco, California. Será en esta ciudad donde publique por vez primera el libro “Isla de trinos”. Por esta época colaboraba ya con la revista Sequioa, de la Universidad de Stanford.
Regresa a El Salvador en 1938 para trabajar en El Diario de Hoy, donde desarrolló una fructífera actividad periodística e hizo a la luz varios de sus escritos, tanto en prosa como en verso. En esta publicación llegó a dirigir la sección “Pajaritas de papel” en 1941. En el tiempo en que trabajaba en este medio contrajo matrimonio con el pintor estadounidense Carlos Cofeen, con quien tuvo 3 hijos: Carlos, Fernando David y Reginaldo.
Se muda a México hacia 1948 y publica “Huésped de la eternidad”, que contiene su obra poética escrita entre 1928 y 1948. Luego publica “La flauta de los pétalos” en 1951. En 1970, también en México, publica “Girofonía de las estrellas”. Durante su estancia en México escribirá también los libros: “Corazón y esfera”, “Hacia un punto del origen”, “Por ese amor siendo amada”, “Nivelación” y “Proyección a la nada”, trabajos que quedaron inéditos por muy largo tiempo.
Hacia 1972, tras la muerte de su hijo Fernando, quien fue atropellado por un conductor ebrio, Lilian inicia una terrible carrera de autodestrucción. Sólo gracias al esfuerzo y la caridad de algunas amigas salvadoreñas, es trasladada de vuelta a su país y escribe “Pensamiento que no muere”, que queda también inédito. Serán las páginas de Filosofía, Artes y Letras del Diario de Hoy, quienes darán a conocer los escritos últimos de Lilian Serpas.
En 1982 se publica “Meridiano de orquídea y niebla”, que contiene su obra escrita entre 1945 a 1957.
Aún perturbada física y mentalmente, trabaja en la Dirección de publicaciones del Ministerio de Educación de El Salvador, donde trabajará hasta el día de su muerte, el día 10 de octubre de 1985, tras haber sido hospitalizada debido a una caída que le causó varias fracturas. Sus objetos personales y sus manuscritos, contenidos todos en una maleta, fueron incinerados en medio de un confuso incidente. Ninguno de sus tres hijos sobrevivió a la escritora.
En Texas, Estados Unidos, residen a la fecha 6 nietos de Lilian Serpas, hijos de su Fernando David: ninguno de ellos habla ni lee el idioma de su abuela.