viernes, 3 de abril de 2009

Henri Michaux (Bélgica 1899 - París 1984)


MUERTE DE UN PÁJARO

Tenía un color magnífico; era un Carpintero,
Le descargué mis perdigones,
Pareció titubear, luego cayó sobre una ancha hoja de palmera.
Lo tomé en mi mano. Era así: oro, negro, rojo.
Lo palpé, le desplegué las alas, lo examiné minuciosa y largamente: Estaba intacto.
Debió morir de una conmoción súbita



Bajo los efectos de la mescalina (Michaux)



HE NACIDO AGUJEREADO

Sopla un viento tremendo,
No es sino un pequeño agujero en mi pecho,
pero sopla en él un viento tremendo.
Pueblecito de Quito, tú no eres para mí.
Yo necesito odio, y envidia; ésta es mi salud.
Es una gran ciudad la que necesito.
Un gran consumo de envidia.
No es sino un pequeño agujero en mi pecho,
pero sopla en él un viento tremendo,
En el agujero hay odio (siempre), espanto también e impotencia.
Hay impotencia y el viento está cargado de ella;
fuerte como los torbellinos,
rompería una aguja de acero,
y no es más que un viento sin embargo, un vacío.
¡Caiga la maldición sobre toda la tierra, sobre toda la civilización,
sobre todos los seres en la superficie de todos los planetas, a causa de este vacío!
Un señor crítico ha dicho que yo no alimentaba odio.
Este vacío, he ahí mi respuesta.
¡Qué mal se está, ay, en mi pellejo!
Siento la necesidad de llorar sobre el pan de lujo de la dominación y del amor,
sobre el pan de gloria que está afuera.
Siento la necesidad de mirar por el cuadro de la ventana,
que está vacío como yo, que no se alimenta de nada,
Dije llorar; no, es un barreno a frío, que barrena,
barrena incansablemente,
como sobre una viga de haya en la que 200 generaciones de gusanos se hubiesen
legado esta herencia; "barrena, barrena..."
Esto ocurre a la izquierda, no digo que sea el corazón,
Digo agujero, y no digo más, es rabia y contra ella no puedo,
Tengo siete u ocho sentidos. Uno de ellos: el sentido de lo que falta.
Lo toco y lo palpo como se palpa una madera,
una madera que sería más bien una gran selva de esas que ya no se ven en Europa
desde hace mucho.
Y esto es mi vida, mi vida en medio del vacío.
Si este vacío desaparece, yo me busco, enloquezco y eso es todavía peor.
Yo me he construido sobre una columna ausente.
¿Qué habría dicho el Cristo si hubiese estado hecho de este modo?
Hay algunas de estas enfermedades que, si se las cura, no le dejan nada al hombre.
Muere pronto, era demasiado tarde.
¿Puede acaso una mujer contentarse solamente con odio?
Si es así, amadme, amadme mucho y no dejéis de decírmelo,
y que alguna de vosotras me escriba.
¿Pero qué significa este ínfimo ser?
Casi no lo había advertido,
Ni dos nalgas ni un gran corazón pueden llenar mi vacío,
Ni ojos llenos de Inglaterra y de ensueños, como suele decirse.
Ni una voz cantante que dijese completivo y calor.
Los estremecimientos encuentran en mí un frío siempre alerta.
Mi vacío es un gran glotón, gran moledor, gran aniquilador.
Mi vacío es algodón y silencio,
Silencio que todo lo detiene.
Un silencio de estrellas,
Y aunque ese agujero es profundo carece totalmente de forma.
Las palabras no lo encuentran,
chapotean a su alrededor,
Siempre he admirado a esos que por creerse revolucionarios se consideraban hermanos.
Hablaban los unos de los otros con emoción; chorreaban como sopa.
Eso no es odio, amigos míos, eso es gelatina.
El odio es siempre duro,
hiere a los demás,
pero también desgarra al hombre en su interior,
continuamente.
Es el reverso del odio,
Y no hay nada que hacer. No hay nada que hacer.

MALDITO

Dentro de seis o más meses, o tal vez mañana, estaré ciego. Es mi triste, mi triste vida
que continúa.
Los que me engendraron lo pagarán, decíame antaño. Pero hasta hoy no han pagado nada todavía. Yo, sin embargo... es preciso que entregue ahora mis ojos. Su pérdida definitiva me liberará de sufrimientos atroces. Es todo cuanto puede decirse. Una mañana mis pupilas estarán llenas de pus.
Sólo habrá tiempo de intentar inútilmente algunas pruebas con el terrible nitrato de plata, y se acabará con ellos.
Hace nueve años que mi madre me decía: "Preferiría que no hubieras nacido".




Henri Michaux (Namur, Bélgica 1899 – París 1984)

Nace en Namur, Bélgica el 24 de mayo de 1899, hijo de un abogado católico. Su etapa escolar la realiza en un colegio jesuita en Bruselas. En algún momento de su juventud se inclinó por la vida sacerdotal pero fue disuadido por su padre. Inicia estudios de medicina en la Universidad de Bruselas, esencialmente influenciado por sus padres, ante quienes nuevamente se rebela, abandonando dichos estudios en 1919. Se dedica a viajar, primero a norte y Sudamérica (Río de Janeiro y Buenos Aires), enrolándose como fogonero de una nave de la Marina mercante francesa. En viajes posteriores Michaux visita África, India y China. En 1923 inicia su actividad literaria, escribiendo para la revista Le Disque Vert. Al recibir la desaprobación de sus padres respecto a sus elecciones de vida, Michaux decide mudarse a París en este mismo año.
En París logra mantenerse con trabajos de profesor y como secretario. Inicia a su vez su obra pictórica, interesándose en artistas como Paul Klee, Max Ernst, Giorgio Chirico y Salvador Dalí. Se decide por el surrealismo.
En 1926 aparecen poesías suyas publicadas en la revista Nouvelle Revue Françoise, recibiendo algunas críticas adversas. En 1927 aparece uno de sus primeros libros ¿Quién fui?, el cual le otorga un temprano reconocimiento.
La trayectoria poética de Michaux fue, desde el principio, claramente espiritual: una vía para el conocimiento de sí mismo. Su creatividad verbal puede considerarse como un ejercicio visionario en el que las palabras, desligadas de su uso común, se emplean para transmitir más un impulso que un significado. Michaux exploró el “espacio interior” de un modo similar al de Blaise Cendrars, y su imaginación poética se vio fortalecida por una intensa observación de la realidad.
Tras un viaje a Ecuador, recoge sus impresiones en el libro Ecuador, el cual publica en 1929. En un viaje posterior, esta vez al extremo oriente, entre 1931 y 1932, recopila el material para su siguiente publicación, Un bárbaro en Asia (1933). En 1935 vuelve a Sudamérica, esta vez visitando Buenos Aires, para una reunión del PEN Club International y luego Montevideo, donde se enamora de la poetisa Susana Soca. Publicará en 1936, su primer libro ilustrado: Entre centre et abscence. En 1937 expone por primera vez sus cuadros en París. Este mismo año se convierte en redactor en jefe de la revista Hermes, que se publica en Bruselas.
Entre otras obras publicó varios libros de viajes imaginarios (Voyage en Grande Garabagne, en 1936; Au pays de la magie, en 1941, e Ici, Poddema (1946), compilados en un solo volumen en Ailleurs, 1948); relatos de sus experiencias con la mescalina (Misérable miracle - Milagros Miserables- en 1956, El infinito turbulento en 1957, Paz en los quebrantes, 1959, Connaissance par les gouffres – Conocimiento en el abismo - en 1961, Las grandes pruebas del espíritu en 1966), y recopilaciones de aforismos y reflexiones (Passages,en 1950; Poteaux d'angle, en 1971.
Su más famoso libro fue Un certain Plume – Un cierto Plume – (1930), en el cual el protagonista es el alter ego de Michaux, representando una suerte de antihéroe que se enfrenta al mundo en tragicómicas aventuras. Este mismo personaje aparece en un par más de libros publicado por Michaux.
A partir de 1950 deja de lado la actividad literaria para dedicarse a la pintura. De hecho, aficionándose al uso de la mescalina, plasmará sus efectos en sus trabajos posteriores.
Se nacionaliza francés en 1954.
En 1960 incursiona en el cine mediante una película relacionada con sus experiencias con el uso de la mescalina. En 1965, el Museo de Arte Moderno de París, realiza una retrospectiva de su obra plástica.
Muere en París, el 17 de octubre de 1984.

jueves, 2 de abril de 2009

Manuel Scorza (Perú 1928 - España 1983)

Manuel Scorza (Lima, 1928 - Madrid, 1983)





AMÉRICA, NO PUEDO ESCRIBIR TU NOMBRE SIN MORIRME

América,
no puedo escribir tu nombre sin morirme.
Aunque aprendí de niño,
no me salen derechos los renglones;
a cada sílaba tropiezo con cadáveres,
detrás de cada letra encuentro un hombre ardiendo,
y no puedo ni cerrar la a
porque alguien grita como si se quedara dentro.

Vengo del Odio,
vengo del salto mortal de los balazos;
está mi corazón sudando pumas:
sólo oigo el zumbido de la pena.

Yo atravesé negras gargantas,
crucé calles de pobreza,
América, te conozco,
yo mismo tendí la cama
donde expiró mi vida vacía.

Yo tenía dieciocho años
yo vivía
en un pueblo pequeño,
oyendo el diálogo de musgo de las tardes,
pero pasó mi patria cojeando,
los ahogados empezaron a pedir más agua,
salían de mi boca escarabajos.
Sordo, oscuro, batracio, desterrado,
¡era yo quien humeaba en las cocinas!

¡Amargas tierras,
patrias de ceniza,
no me entra el corazón en traje de paloma!
¡Cuando veo la cara de este pueblo
hasta la vida me queda grande!
¡Pobre América!
En vano los poetas
deshojan ruiseñores.
No verán tu rostro mientras no se atrevan
a llamarte por tu nombre, ¡América mendiga,
América de los encarcelados,
América de los perseguidos,
América de los parientes pobres!
¡Nadie te verá si no deshacen
este nudo que tengo en la garganta!


(De Las Imprecaciones, 1955)



SERENATA

Íbamos a vivir toda la vida juntos.
Íbamos a morir toda la muerte juntos.
Adiós.

No sé si sabes lo que quiere decir adiós.
Adiós quiere decir ya no mirarse nunca,
vivir entre otras gentes,
reírse de otras cosas,
morirse de otras penas.
Adiós es separarse, ¿entiendes?, separarse,
olvidando, como traje inútil, la juventud.

!Íbamos a hacer tantas cosas juntos!
Ahora tenemos otras citas.
Estrellas diferentes nos alumbran en noches diferentes.
La lluvia que te moja me deja seco a mí.
Está bien: adiós.
Contra el viento el poeta nada puede.

A la hora en que parten los adioses,
el poeta sólo puede pedirle a las golondrinas
que vuelen sin cesar sobre tu sueño.


(De Los adioses, 1960)


EVA


Entre todas las doncellas que pastan
en los patios del Sofista ninguna más hennosa
que Eva,

Eva, la del cuello especialmente creado
para ramonear hierba en otros planetas.

Eva,

ahora sólo eres un agujero donde el zorro
esconde sus tesoros epilépticos.

Eva,

por tu anillo
pasaban tiritando, el falo erecto, los planetas
iracundos.

Eva y yo a picotazos disputábamos
los gusanillos de los años.
Ustedes son jóvenes,
ustedes nunca sabrán cómo era este
poblado en el tiempo en que la ciudad vivía
colgada del rabo de los purísimos mandriles.

La corniveleta muchacha llegaba.
Hervía la ciudad.
En los billares pastan las calumnias,
en los circos cacarea la arena.
Me saltan las lágrimas cuando el Dandy
me conduce a los balnearios donde Eva los
obeliscos de nuestra pasión empollaba:

Por las playas buscábamos delirios, quizás estrellas,
megaterios.
Decenios recorrimos las arenas
hasta reconocer tus ojos en una malagua.

Eva: tu belleza ofendió a las matronas.

El Inquisidor mandó desnudarte: en tus senos
los alguaciles descubrieron huellas de los mordiscos
del Giboso.

El gentío aulló: esa misma tarde te condujeron
a la hoguera.

Desde entonces ardes
y a veces en las noches me despiertan
los chillidos de tu calavera azul.
(De El vals de los reptiles, 1971)


Manuel Scorza (Lima, Perú, 1928 – Madrid, España, 1983)

Manuel Scorza nace en Lima el 9 de septiembre de 1928. Se traslada tempranamente a Acoria, Huancavelica, ciudad peruana al noreste de la capital, donde inicia su formación escolar. Regresa a Lima y continúa su educación en el colegio militar Leoncio Prado. Posteriormente estudia en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en 1945, y se dedica de lleno a la actividad política. Por esta razón, en 1948, sale del Perú en calidad de exiliado, dirigiéndose primeramente a México, donde obtiene tres premios literarios en un mismo concurso auspiciado por la Universidad Autónoma de México. En 1954 viaja a Bolivia en donde vive algún tiempo y se nutre de la realidad indígena del altiplano. No regresa al Perú sino hasta 1957. Nuevamente en Lima, en 1958, gana el Premio Nacional de Poesía con el libro “Las Imprecaciones”, publicado tres años antes en México (su primera publicación). Se dedica, sin abandonar su actividad política, al trabajo editorial y se coloca a la cabeza de los llamados Populibros, ediciones literarias de bajo costo, en su intención de difundir la literatura entre los estratos económicos de menores recursos. Viaja a París en 1968, nuevamente empujado por motivos políticos, donde decide radicar tras lograr un buen puesto académico en la Escuela Normal Superior de Saint-Cloud,
Por entonces preparaba un poemario: "El vals de los reptiles" y una novela "Redoble por Rancas". Estos manuscritos fueron publicados el mismo año 1970. El primero, en México; el segundo, finalista del Premio Internacional Planeta, en Barcelona.
Su intensa actividad política pro-indigenista, lo lleva a realizar un gran número de viajes por todo el mundo hasta que, finalmente, el 28 de noviembre de 1983, cuando venía de París, el boeing 747 de la compañía colombiana Avianca, que iba a aterrizar en el aeropuerto de Barajas (Madrid), para luego seguir con destino final a Bogotá, cayó a tierra un minuto antes de llegar al aeropuerto madrileño. En este accidente fatídico perdió la vida el ya famoso escritor.
Su obra poética comprende los títulos Las imprecaciones (1955), Los adioses (1959), Desengaños del mago (1961), Réquiem para un gentil hombre (1962) y El vals de los reptiles (1970).
Como novelista, bajo el nombre de "balada" publicó una serie de cinco novelas en las que traza una crónica de las luchas campesinas que había permanecido ignoradas por los historiadores. Estas novelas son: Redoble por Rancas (1970), Historia de Garobombo, el invisible (1972), Cantar de Agapito Robles (1977), El jinete insomne (1977), La tumba del relámpago (1977). Inició una nueva zaga, que no concluyó, que empezaba con la novela La danza inmóvil (1983).

Emergentes. ABRIL 2009

Ansias (Roberto Selasor)
Foto de Gordana Adamovic-Mladenovic
Roberto Selasor (La Habana, Cuba, 1963)

Arquitecto de profesión, de letra potente y dolorosa. Juega con imágenes claras sin abandonar la metáfora, a veces al borde del hermetismo. Presenta versos libres con la mirada clavada en un objetivo al que logra siluetear, a veces hiriéndolo. Toma fuerza de su propio contenido y se desborda sin caos. Dos ejemplos de su obra:


ANSIAS


Este barro amurallado es ímpetu sitiado por escarcha
Fuego solitario que los rigores del invierno no sofocan
El mar rendido de la espera desamarra las gaviotas
Y se pierde otro espectáculo que comienza con tu falta

Nos encontraremos al fin un día no tan lejano
Levantara su vuelo el pájaro en el corazón preso
No sabrán que tocar las manos mojadas de desiertos
Y los besos a falta de uso saldrán desesperados

Después volverán a su espacio las caricias satisfechas
Y el mar tranquilo seguirá soltando otras gaviotas
Pero mientras tanto dime qué hacer con estas sobras
De ansias oprimidas con las cadenas de tu ausencia


HISTORIA MENUDA


Qué hermoso es este amor que es alegría,
que crece con nosotros y que sólo muriendo
morirá con nosotros... algún día.
Anónimo


Que pueda contar una historia sin marco de circunstancia
O tan estrecho, donde a ti y a mi nos resulte difícil entrar
Una historia ignorada, sin fechas
De dos, o de uno que somos, hacer algo sin decir nada

La historia la cambia el que la cuenta, de alguna manera
Los hechos están allí, las fechas, aproximadamente
Pero el tono, los pequeños detalles casuales, logran lo que fuere
De esta tuya y mía, de furias incontroladas, de noches en vela

Yo no la digo a otros, por guardar tu decir de hembra
Y tú la callas, y no te importa lo que puedan hablar
Temes que entre tantas alguna atrevida quiera probarme
Y comunes estos intereses, guardamos con celo la historia nuestra

Le robo los versos a un lirio, a la noche, o a cualquier otra cosa
Y en ti los voy deshojando mientras toco todos tus secretos
Me miras y otra vez me viene a la mente el contarlo todo
La leo y me parece increíble que de aquí a unos años nadie la conozca

No he dicho nada pero todo lo he contado
Este amor creciendo con nosotros, muriendo
De pequeños detalles, de pianos, de no te vayas ahora, de celos
Lo cuentan estos versos, sin fechas, sin tiempos, sin haber pasado

Emergentes. ABRIL 2009

Hoy dedicamos esta entrada a dos escritores latinoamericanos que vienen marcando la pauta poética en nuestras latitudes. Cedemos esta vez nuestro espacio a Milagros Druilo y a Roberto Selasor.
TORMENTA DE OTOÑO (Milagros Druilo)
Foto de Juan Carlos Bolognesi


Milagros Driulo (Santa Fé, Argentina, 1974)

Milagros ha publicado varios de sus trabajos en la revista peruana Remolinos, y ha obtenido recientemente el primer premio del certamen de poesía de Santa Fé. Presenta una poesía limpia, de métrica ordenada y muy rítmica, casi cantable. No se complica con el fondo, lo acepta y derrama su emoción con la hermosura de lo sencillo, cobrando notas nostálgicas sin caer en romanticismos vacíos.
Aquí tenemos dos poesías inéditas de esta escritora argentina.


TORMENTA DE OTOÑO


Lloran los árboles
dorados tramos de tiempo.

Sufren las aves, de nostalgia verde
ante el óxido de los pétalos.

Rayos de sol abandonados,
como presagios de silencio.

Una golondrina que ha perdido el sur
baja a asilarse en brazos del ciruelo.

En el cosmos suenan
voces roncas de nubes;

(triste y amargo lamento)

el látigo de las horas oscuras divide
un lánguido cielo.

Cielo que se despeña
abatiendo tácitos recuerdos.




NO LLORÉ ESA TARDE


No lloré esa tarde
fría primavera.

Me quedé parada
sola en el silencio;

me calcé de orgullo
me tragué los miedos

no supo mi alma
llanto lastimero.

Sobreviví al impacto
practiqué mi duelo;

acepté mi suerte
olvidé recuerdos.

Me llora esta tarde
tal vez porque has vuelto.

Vacío de alma
y espíritu hambriento

Lloro porque veo
tu dolor sincero,

cargas la congoja
de arrepentimientos

lloro porque es tarde
y mi amor ha muerto.

Amor mal herido
no pasó el invierno,

te envié una carta
después del entierro.