miércoles, 19 de agosto de 2009

Carlos Germán Belli (Perú, 1927)

"Es el feliz tiempo desconocido antes
cuando ahora el numen viene acompañado
del férvido amor y el saber celeste"


POEMA

Nuestro amor no está en nuestros respectivos
y castos genitales, nuestro amor
tampoco en nuestra boca ni en las manos:
todo nuestro amor guárdase con pálpito
bajo la sangre pura de los ojos.
Mi amor, tu amor esperan que la muerte
se robe los huesos, el diente y la uña,
esperan que en el valle solamente
tus ojos y mis ojos queden juntos,
mirándose ya fuera de sus órbitas,
más bien como dos astros, como uno.

(De Poemas)


OH HADA CIBERNÉTICA

Oh Hada Cibernética
cuándo harás que los huesos de mis manos
se muevan alegremente
para escribir al fin lo que yo desee
a la hora que me venga en gana
y los encajes de mis órganos secretos
tengan facciones sosegadas
en las últimas horas del día
mientras la sangre circule como un bálsamo a lo largo de mi cuerpo

(De Dentro & fuera)


¡ABAJO LAS LONJAS!

¡Uh Hada Cibernética!
cuándo de un soplo asolarás las lonjas,
que cautivo me tienen,
y me libres al fin
para que yo entonces pueda
dedicarme a buscar una mujer
dulce como el azúcar,
suave como la seda,
y comérmela en pedacitos,
y gritar después:
“¡abajo la lonja del azúcar,
abajo la lonja de la seda!”

(De ¡Oh Hada Cibernética!)


A MI HERMANO ALFONSO

Pues tanto el leño cuanto el crudo hierro
del cepo que severo te avasalla,
unidos cual un órgano se encuentran
desde el cuello hasta las plantas,
no sólo a flor de cuero,
mas sí en el lecho de tu propio tuétano,
que te dejan cual ostra
a la faz del orbe así arraigado;
y el leve vuelo en fin
que el cerúleo claustro siempre ejerce
el ave más que el austro desalada,
¿cuándo a ti llegará?,
mientras abajo tú en un aprisco solo
no mueves hueso alguno
ni agitas ya la lengua
para llamar al aire;
pues en el orbe todo viene y va
al soplo de la vida,
que pródigo se torna
para muchos y a no más otros pocos
áspero, vano o nada para siempre.

(De El pie sobre el cuello)


SEXTINA DEL MEA CULPA

Perdón, papá, mamá, porque mi yerro
cual cuna fue de vuestro ajeno daño,
desde que por primera vez mi seso
entretejió la malla de los hechos,
con las torcidas sogas de los hechos,
donde cautivo yazgo hasta la muerte.

Como globo aerostático en la muerte,
henchida por la bilis de los yerros,
la conciencia saldrá desde la zaga,
y morir cuán cercado por los daños,
del orbe será el más lastimoso hecho,
que suerte no es del ilustrado seso.

Pues son cosas de un aturdido seso
no ser despabilado ni en la muerte,
y en verdad es un inaguantable hecho
que adherida prosiga el alma al yerro,
hasta cuando sumida en crudos daños
el cuerpo pase a polvo en plena zaga.

De los oficios y el amor en zaga,
por designio exclusivo de mi seso,
me dejan así los mortales daños,
aún en el umbral de la propia muerte,
que tal sucede por labrar con yerros
los espesos lingotes de los hechos.

Yo, papá, mamá, vuestros dulces hechos
cuánto agrié por yacer no más en zaga,
perdido en la floresta de los yerros,
y corridos os fuisteis por mi seso,
entre ascuas de rubores a la muerte,
bajo el largo diluvio de los daños.

Porque el error engrana con el daño,
al errar yo os dañe como feo hecho,
os lanzando cuán presto hacia la muerte,
en tanto inmóvil yazgo siempre en zaga,
al arbitrio del antro de mi seso,
donde nacen los más mortales yerros.

Si mi seso, papá, mamá, en la zaga,
que postrer hecho sea ante la muerte
pagar los daños y lavar los yerros.

(De Por el monte abajo)


EN EL COTO DE LA MENTE

En las vedadas aguas cristalinas
del exclusivo coto de la mente,
un buen día nadar como un delfín,
guardando tras un alto promontorio
la ropa protectora pieza a pieza,
en tanto entre las ondas transparentes,
sumergido por vez primera a fondo
sin pensar nunca que al retorno en fin
al borde de la firme superficie,
el invisible dueño del paraje
la ropa alce furioso para siempre
y cuán desguarnecido quede allí,
aquel que los arneses despojóse,
para con premeditación nadar,
entre sedosas aguas pero ajenas,
sin pez siquiera ser ni pastor menos.

(De Sextinas y otros poemas)


LA CARA DE MIS HIJAS

Este cielo del mundo siempre alto,
antes jamás mirado tan de cerca,
que de repente veo en el redor,
en una y otra de mis ambas hijas,
cuando perdidas ya las esperanzas
que alguna vez al fin brillara acá
una mínima luz del firmamento,
lo oscuro en mil centellas desatando;
que en cambio veo ahora por doquier,
a diario a tutiplén encegueciéndome
todo aquello que ajeno yo creía,
y en paz quedo conmigo y con el mundo
por mirar esa luz inalcanzable,
aunque sea en la cara de mis hijas.

(De En alabanza del bolo alimenticio)


VILLANELA

Llevarte quiero dentro de mi piel,
si bien en lontananza aún te acecho,
para rescatar la perdida miel.

Contemplándote como un perro fiel,
en el día te sigo trecho a trecho,
que haberte quiero dentro de mi piel.

No más el sabor de la cruda hiel,
y en paz quedar conmigo y ya rehecho,
rescatando así la perdida miel.

Ni viva aurora, ni oro, ni clavel,
y en cambio por primera vez el hecho
de llevarte yo dentro de mi piel.

Verte de lejos no es cosa cruel,
sino el raro camino que me he hecho,
para rescatar la perdida miel.

El ojo mío nunca te es infiel,
aún estando distante de tu pecho,
que haberte quiero dentro de mi piel,
y así rescatar la perdida miel.

(De Canciones y otros poemas)


NO SALIR JAMAS

¿Cuándo, cuándo de nuevo volveré,
en qué minuto, día, año o centuria,
al sacro rinconcillo de mi dueña,
paraje oculto para mí guardado,
y a merced de su excelsa carne allí
yacer dentro y no salir jamás?
A aquel lugar yo quiero retornar,
hasta el punto central eternamente,
introducido en el secreto valle,
y en ella cuerpo y alma así cuajado.
No quiero nada más sino volver
adonde fugazmente ayer estuve,
cruzar el umbral con seguro paso
y ahora para siempre allí quedarme,
no como dueño de un terrenal sitio,
mas por entero rey del universo.

4 de enero de 1986

(De Bajo el sol de la medianoche rojo)


BUSCO FURIOSAMENTE UN REMANSO

Busco con el furor del gladiador
un apacible sitio solitario,
y expansionarme allí conforme pide
la incontenible gana a cada rato,
porque es el codiciado buen mudar
cuando caudillo de mí mismo vaya
transportándome todo rápidamente
hasta el remanso aquel equidistante
entre el cielo y la tierra,
donde una suave paja y unas migas
y el atril de madera amarillenta
como vertical mesa en que saciar
el voraz plagio de los ricos libros
para el alegre día,
que sólo amanecer tendrá y no ocaso.

Escudriño por donde voy ahora
resueltamente con seguro andar
el sitio conveniente al cuerpo y alma
para alcanzarlo y encerrarlo en mí,
y no perderlo nunca mientras viva;
porque por tal razón incluso busco
en las ondas del fuego y agua y aire
un sitio reducido a condición
de chispa, gota o soplo,
que aunque efímero espacio tan brevísimo
dentro del vasto mundo terrenal,
en virtud de vos, oh deleite humano,
ya no acaba la vida sino empieza
cuando Adán y Eva son
cual dos gigantes, cual solamente uno.

(De En el restante tiempo terrenal)


A PRISA INMÓVIL

A prisa inmóvil inmediatamente
(sin duda es éste un pensamiento absurdo,
pero da cuenta de quien llega pronto
al mundo y yace fijo como un clavo
metido eternamente en la madera).
En consecuencia en adelante entonces
sin pasos ni aletazos maquinales,
aunque de rincón en rincón a gatas
en pos de un punto mínimo siquiera
para allí soñar cómo es el vivir
contento en el más delicioso espacio
tal un gamo corriendo o pez nadante
o pájaro del suelo al cielo yendo.

(De Acción de gracias)


BALADA DE LA PANACEA

En la farmacia en que reina la paternal panacea,
allí justo frente a frente al océano infinito,
por primera vez vislumbro aquella luz que alborea
iluminando el espacio como si fuera aerolito,
donde contemplo con pasmo el impar y laico rito
que forja el medicamento para prolongar la vida,
¡claro está! cerrando antes esta espiritual herida
y después el manantial sanguinolento de fuera,
por lo cual las estaciones me las gozo sin medida
hasta mudar el otoño en la mayor primavera.

Por nacer allí contento cómo suelo gritar ¡ea!
luego de tomar los tónicos que activan el apetito,
embutiendo el seso y vientre con todito lo que sea,
aunque el día postrimero de ciencia y kilos ahíto,
que ayer bruto y indeleble hoy ciclópeo y erudito,
quien así evita partir en medio de atroz caída,
pues leyendo y engullendo se arregla la despedida
mejor cuando uno alza vuelo a la divinal esfera,
que a cada fórmula química hay que brindarle cabida
hasta mudar el otoño en la mayor primavera.

Los muros de la farmacia fuertes ante la marea
del mar siempre tormentoso y de tamaño inaudito,
y en la medicinal arca incólume la gragea
que saludable convierte el existencial circuito,
reconstituyendo a fondo el físico ser marchito
para que pueda librar la postrera acometida
y darle a la muerte ignota una cortés acogida
como la más agradable e incontenible quimera,
que previamente la mala hora por fin se despida
hasta mudar el otoño en la mayor primavera.

Yo alabo la panacea por paternal tan querida,
y por ser así se torna una cosa socorrida,
por la que inmortal se siente un pobre humano
cualquiera,
tal si de acá al más allá resulta una ida y venida
hasta mudar el otoño en la mayor primavera.

(De En las hospitalarias estrofas)


CUANDO LOS OTOÑOS SE VAN

No sólo la noche cuán inexorable,
sino por igual un acoso fiero
de estorbos pesados, que justo fue así
en la primavera del distante ayer
cuando asiduo andaba
del reino interior a la blanca página.

He allí a la sazón los impedimentos
de la más variada índole en el mundo,
por causa exclusiva del humano numen
que sin proponérselo desataba a diario
en sueño y vigilia
aparentemente contra el buen vivir.

Pero de improviso el áureo mudar
de las circunstancias cuánto negativas,
que de arriba abajo obra por fortuna,
y la oscura noche pasa a ser aurora
en medio del pasmo
de aquel que creía en tinieblas todo.

Y llegó el otoño y las circunstancias
de la boda atávica desta pluma y letra
cuán desemejantes resultan entonces
pues hoy me aproximan alejada dama
y al don terrenal
de leer por siempre
(aunque marque bien).

Es el feliz tiempo desconocido antes,
cuando ahora el numen viene acompañado
del férvido amor y el saber celeste,
justo un gran presente de los santos cielos,
que es como vivir
por anticipado la eternidad próxima.

(De El alternado paso de los hados)


Y APENAS TE CONOZCO…

Y apenas te conozco y ya te extraño,
en ti fijando todo el pensamiento,
que tras tus huellas la corteza araño.

Más que un milenio fueron estos años,
en tu espera mirando el firmamento,
y apenas te conozco y ya te extraño.

Pero aguardarte no fue un desengaño,
y no importa si acá aún no te siento
que tras tus huellas la corteza araño

del orbe ahora impenetrable al daño,
por ti mudado en venturoso asiento,
y apenas te conozco y ya te extraño.

Bien me ha valido ansiarte tanto antaño,
no más palpando como un ciego el viento,
que tras tus huellas la corteza araño.

Poseo al fin del monte el gran tamaño,
y del seso el divino entendimiento,
y apenas te conozco y ya te extraño
que tras tus huellas la corteza araño.

(De Sextinas, villanelas y baladas)




Carlos Germán Belli, Lima 1927

Carlos Germán Belli de la Torre nació en Chorrillos, distrito costero de la capital peruana, el día 15 de septiembre de 1927. Hijo de inmigrantes italianos, padre diplomático y madre química farmacéutica, vive su primera infancia en Amsterdam, donde a los 4 años de edad acude a su primer jardín infantil, hasta los 6 años. El resto de su escolaridad la realiza en Lima, en el colegio Antonio Raimondi, colegio perteneciente a la colonia italiana en Perú. Allí cursa su vida escolar entre los años 1935 a 1945. Tuvo un hermano que nación con discapacidad y de quien fue tutor a la muerte de su madre, de él afirmará posteriormente “fue mi ancla” y quien lo mantendrá con los pies en la tierra para seguir adelante. Luego ingresa a la Universidad Mayor de San Marcos, en Lima, en el año 1946 pero se trasladó al año siguiente a la Universidad Católica de Lima donde estudió los años 1947 y 1948, para regresar a San Marcos en donde permaneció hasta el año 1957. Se casó con Carmela en el año 1959, con quien tuvo 2 hijas, Pilar y Mariela. Fue su esposa quien lo impulsó a culminar sus estudios de letras en la universidad. Así, obtuvo el bachillerato en 1978 y el grado de Doctor en Literatura en diciembre de 1980, tras sostener su tesis sobre La Poesía de Oquendo de Amat. Simultáneamente a sus estudios, ocupó mucho de su tiempo transcribiendo documentos para la biblioteca de la Cámara de senadores del Perú (años 1946 a 1968). Llegó a ser profesor de literatura en la Universidad San Marcos en 1967 y al año siguiente fue nombrado profesor asistente en dicha casa de estudios. Ha trabajado también como traductor. En los años 1970, 1971, 1974 y a partir del año 1980, ha ejercido la docencia en su especialidad en la Universidad Nacional de San Marcos, en Lima.
Participó también en la reforma educativa que se llevó a cabo en Perú entre los años 1971 y 1976.
Ha participado también como redactor del diario El Comercio, de Perú y desde 1980 es miembro de la Academia Peruana de la Lengua.
Belli se inicia en la escritura entre los 18 y los 20 años, se hace lector asiduo de los autores del siglo de oro español (siglos XVI y XVII), ampliando su repertorio a Arnaut Daniel y sumergiéndose luego en el cancionero de Petrarca.
Ha viajado a un sinnúmero de destinos, los suficientes como para autoconsiderarse en la actualidad un “cronista de viajes”.
Ha recibido en dos ocasiones la beca de la Fundación Guggenheim (1967 y 1987) y ha participado un par de veces en el Programa Internacional de Escritores de la Universidad de Iowa (1969 y 1977). Ha asistido a diversos eventos literarios como el Festival Internacional de Poesía, en Nueva Delhi, en 1985, el Congreso Mundial de Poetas, en Florencia, en 1986, y el Encuentro Internacional Chile Poesía, en 2001.
Obtuvo en 1962 el Premio Nacional de Poesía del Perú, el Premio de Fomento a la Cultura de la Sociedad Nacional de Industrias, en 1986 y el premio José María Eguren en 2004. Además obtuvo el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, en 2006, y el Premio Casa de las Américas de Poesía, José Lezama Lima, en el año 2009.
Sus obras publicadas son:
- Poemas, 1958
- Dentro y fuera, 1960
- ¡Oh hada cibernética!, 1961, con una versión aumentada en 1962. Esta obra se hizo merecedora al Premio Nacional de Poesía en 1962.
- El pie sobre el cuello, 1964
- Por el monte abajo, 1966
- Sextinas y otros poemas, 1970
- En alabanza del bolo alimenticio, 1979
- Canciones y otros poemas, 1982
- Boda de la pluma y de la letra, (antología), 1985
- Más que señora humana, 1986
- El buen mudar, 1986
- Bajo el sol de la medianoche rojo, 1990
- En el restante tiempo terrenal, 1990
- Los talleres del tiempo: versos escogidos, 1992
- Acción de gracias, 1992
- Trechos del itinerario, (antología), 1998
- ¡Salve, Spes!, 2000
- En las hospitalarias estrofas, 2001
- La miscelánea íntima, 2003
- El alternado paso de los hados, 2006
- Sextinas, villanelas y baladas, 2007
- El alternado paso de los hados, (reedición aumentada), 2009