jueves, 2 de abril de 2009

Manuel Scorza (Perú 1928 - España 1983)

Manuel Scorza (Lima, 1928 - Madrid, 1983)





AMÉRICA, NO PUEDO ESCRIBIR TU NOMBRE SIN MORIRME

América,
no puedo escribir tu nombre sin morirme.
Aunque aprendí de niño,
no me salen derechos los renglones;
a cada sílaba tropiezo con cadáveres,
detrás de cada letra encuentro un hombre ardiendo,
y no puedo ni cerrar la a
porque alguien grita como si se quedara dentro.

Vengo del Odio,
vengo del salto mortal de los balazos;
está mi corazón sudando pumas:
sólo oigo el zumbido de la pena.

Yo atravesé negras gargantas,
crucé calles de pobreza,
América, te conozco,
yo mismo tendí la cama
donde expiró mi vida vacía.

Yo tenía dieciocho años
yo vivía
en un pueblo pequeño,
oyendo el diálogo de musgo de las tardes,
pero pasó mi patria cojeando,
los ahogados empezaron a pedir más agua,
salían de mi boca escarabajos.
Sordo, oscuro, batracio, desterrado,
¡era yo quien humeaba en las cocinas!

¡Amargas tierras,
patrias de ceniza,
no me entra el corazón en traje de paloma!
¡Cuando veo la cara de este pueblo
hasta la vida me queda grande!
¡Pobre América!
En vano los poetas
deshojan ruiseñores.
No verán tu rostro mientras no se atrevan
a llamarte por tu nombre, ¡América mendiga,
América de los encarcelados,
América de los perseguidos,
América de los parientes pobres!
¡Nadie te verá si no deshacen
este nudo que tengo en la garganta!


(De Las Imprecaciones, 1955)



SERENATA

Íbamos a vivir toda la vida juntos.
Íbamos a morir toda la muerte juntos.
Adiós.

No sé si sabes lo que quiere decir adiós.
Adiós quiere decir ya no mirarse nunca,
vivir entre otras gentes,
reírse de otras cosas,
morirse de otras penas.
Adiós es separarse, ¿entiendes?, separarse,
olvidando, como traje inútil, la juventud.

!Íbamos a hacer tantas cosas juntos!
Ahora tenemos otras citas.
Estrellas diferentes nos alumbran en noches diferentes.
La lluvia que te moja me deja seco a mí.
Está bien: adiós.
Contra el viento el poeta nada puede.

A la hora en que parten los adioses,
el poeta sólo puede pedirle a las golondrinas
que vuelen sin cesar sobre tu sueño.


(De Los adioses, 1960)


EVA


Entre todas las doncellas que pastan
en los patios del Sofista ninguna más hennosa
que Eva,

Eva, la del cuello especialmente creado
para ramonear hierba en otros planetas.

Eva,

ahora sólo eres un agujero donde el zorro
esconde sus tesoros epilépticos.

Eva,

por tu anillo
pasaban tiritando, el falo erecto, los planetas
iracundos.

Eva y yo a picotazos disputábamos
los gusanillos de los años.
Ustedes son jóvenes,
ustedes nunca sabrán cómo era este
poblado en el tiempo en que la ciudad vivía
colgada del rabo de los purísimos mandriles.

La corniveleta muchacha llegaba.
Hervía la ciudad.
En los billares pastan las calumnias,
en los circos cacarea la arena.
Me saltan las lágrimas cuando el Dandy
me conduce a los balnearios donde Eva los
obeliscos de nuestra pasión empollaba:

Por las playas buscábamos delirios, quizás estrellas,
megaterios.
Decenios recorrimos las arenas
hasta reconocer tus ojos en una malagua.

Eva: tu belleza ofendió a las matronas.

El Inquisidor mandó desnudarte: en tus senos
los alguaciles descubrieron huellas de los mordiscos
del Giboso.

El gentío aulló: esa misma tarde te condujeron
a la hoguera.

Desde entonces ardes
y a veces en las noches me despiertan
los chillidos de tu calavera azul.
(De El vals de los reptiles, 1971)


Manuel Scorza (Lima, Perú, 1928 – Madrid, España, 1983)

Manuel Scorza nace en Lima el 9 de septiembre de 1928. Se traslada tempranamente a Acoria, Huancavelica, ciudad peruana al noreste de la capital, donde inicia su formación escolar. Regresa a Lima y continúa su educación en el colegio militar Leoncio Prado. Posteriormente estudia en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en 1945, y se dedica de lleno a la actividad política. Por esta razón, en 1948, sale del Perú en calidad de exiliado, dirigiéndose primeramente a México, donde obtiene tres premios literarios en un mismo concurso auspiciado por la Universidad Autónoma de México. En 1954 viaja a Bolivia en donde vive algún tiempo y se nutre de la realidad indígena del altiplano. No regresa al Perú sino hasta 1957. Nuevamente en Lima, en 1958, gana el Premio Nacional de Poesía con el libro “Las Imprecaciones”, publicado tres años antes en México (su primera publicación). Se dedica, sin abandonar su actividad política, al trabajo editorial y se coloca a la cabeza de los llamados Populibros, ediciones literarias de bajo costo, en su intención de difundir la literatura entre los estratos económicos de menores recursos. Viaja a París en 1968, nuevamente empujado por motivos políticos, donde decide radicar tras lograr un buen puesto académico en la Escuela Normal Superior de Saint-Cloud,
Por entonces preparaba un poemario: "El vals de los reptiles" y una novela "Redoble por Rancas". Estos manuscritos fueron publicados el mismo año 1970. El primero, en México; el segundo, finalista del Premio Internacional Planeta, en Barcelona.
Su intensa actividad política pro-indigenista, lo lleva a realizar un gran número de viajes por todo el mundo hasta que, finalmente, el 28 de noviembre de 1983, cuando venía de París, el boeing 747 de la compañía colombiana Avianca, que iba a aterrizar en el aeropuerto de Barajas (Madrid), para luego seguir con destino final a Bogotá, cayó a tierra un minuto antes de llegar al aeropuerto madrileño. En este accidente fatídico perdió la vida el ya famoso escritor.
Su obra poética comprende los títulos Las imprecaciones (1955), Los adioses (1959), Desengaños del mago (1961), Réquiem para un gentil hombre (1962) y El vals de los reptiles (1970).
Como novelista, bajo el nombre de "balada" publicó una serie de cinco novelas en las que traza una crónica de las luchas campesinas que había permanecido ignoradas por los historiadores. Estas novelas son: Redoble por Rancas (1970), Historia de Garobombo, el invisible (1972), Cantar de Agapito Robles (1977), El jinete insomne (1977), La tumba del relámpago (1977). Inició una nueva zaga, que no concluyó, que empezaba con la novela La danza inmóvil (1983).

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