viernes, 20 de marzo de 2009

Oliverio Girondo. Argentina, 1891 - 1967



CAFÉ-CONCIERTO


Las notas del pistón describen
trayectorias de cohete, vacilan en el aire,
se apagan antes de darse contra el suelo.

Salen unos ojos pantanosos, con mal
olor, unos dientes podridos por el dulzor
de las romanzas, unas piernas que hacen
humear el escenario.

La mirada del público tiene más densidad
y más calorías que cualquier otra, es una
mirada corrosiva que atraviesa las mallas
y apergamina la piel de las artistas.

Hay un grupo de marineros encandilados
ante el faro que un “maquereau” tiene en
el dedo meñique, una reunión de
prostitutas con un relente a puerto, un
inglés que fabrica niebla con sus pupilas y
su pipa.

La camarera me trae, en una bandeja
lunar, sus senos semi-desnudos... unos
senos que me llevaría para calentarme los
pies cuando me acueste.

El telón, al cerrarse, simula un telón
entreabierto.



Brest, agosto, 1920.



APARICIÓN URBANA


¿Surgió de bajo tierra?
¿Se desprendió del cielo?
Estaba entre los ruidos, herido,
malherido,
inmóvil,
en silencio, hincado ante la tarde,
ante lo inevitable,
las venas adheridas
al espanto,
al asfalto,
con sus crenchas caídas,
con sus ojos de santo,
todo, todo desnudo,
casi azul, de tan blanco.

Hablaban de un caballo.
Yo creo que era un ángel.




Comentarios

Junto a César Vallejo (algunos años antes) y Martín Adán en Perú, y Vicente Huidobro en Chile, Oliverio Girondo inaugura la vanguardia latinoamericana causando un remezón sin precedentes en la poesía de lengua española. La libertad de la palabra unida al uso pulcro del lenguaje y a la concepción docta de la cultura, logran un producto de altísima calidad que rápidamente trasciende las fronteras del cono sur de América latina.

La poesía de Girondo es fresca, con vientos rápidos y osados. Si hiciéramos un paralelo con una cata de vinos deberíamos estar hablando de aromas frutales, de brillos y chispazos de luz, de cuerpo definido, ausencia de madera y una sensación agradable y de final dulzón.

La espontaneidad es notable, sin restricciones de tema ni encuadramientos forzados. Atrapa el entorno con la facilidad de la mirada y lo estampa con gracia, cuando ello corresponde, o con crueldad si ese fuera el caso.

Nótese la facilidad del corte, casi de un "azar voluntario", el arriesgado juego de rimas asonantes que supera con sobriedad cualquier intento de derrumbe, sin perder música, ni ritmo y sin lastimar el oído de los más críticos lectores de poesía.




Oliverio Girondo (Buenos Aires, 1891- 1967)

Nace en Buenos Aires, un 17 de agosto de 1891, en el seno de una familia acomodada. Su infancia transcurre en la capital argentina, aunque muy temprano la grácil economía familiar encamina los pasos del poeta en ciernes hacia la vieja Europa, donde cursa estudios en varios colegios: en el colegio Epsom de Londres y en la Escuela «Albert le Grand» de Arcueil, cerca de París, de la cual, volviendo al relato de RAMÓN, es expulsado al arrojar «un tintero a la cabeza del profesor de Geografía porque habló en su lección de los antropófagos que existían en Buenos Aires, capital del Brasil».
Termina sus estudios juveniles de regreso a Buenos Aires y principia su actividad literaria. Estudia Derecho y mantiene visitas periódicas a Europa. En estas entabla relaciones literarias y amistosas con poetas y artistas del ese continente, que le introducen en los diversos círculos de las nuevas corrientes estéticas. En esa época sus lecturas más estimadas son los poetas simbolistas franceses, los ensayos de ideario decadente de Remy de Gourmont, el Darío de Los raros y la filosofía de Nietzsche. Por esos años, Girondo anda colaborando como corresponsal en diversas revistas porteñas como Plus Ultra y la
conocida Caras y caretas. El poeta Jules Supervielle, medio uruguayo-medio francés, le presenta en París a los jóvenes que por esos años ya organizaban las célebres veladas surrealistas
En Madrid, Gómez de la Serna le recibe en la tertulia de Pombo, de donde arranca una espontánea y duradera amistad que fragua años más tarde con la estadía del madrileño en Buenos
Aires. Recorre el Nilo y visita las pirámides de Egipto, y en Italia conoce al pintor argentino Emilio Pettoruti. Fruto directo de este periplo viajero (Madrid, Sevilla, París, Buenos Aires, Río de Janeiro) es su primer libro de poemas Veinte poemas para ser leídos en el tranvía, publicado en una pequeña población francesa en 1922. Ese mismo año, junto a la obra de Girondo, se publican también Trilce del peruano César Vallejo, Andamios Interiores del mexicano Manuel Maples Arce y Paulicèia desvairada del brasileño Màrio de Andrade, para confirmar la madurez de la poesía vanguardista en América Latina.
Dedica casi en su totalidad el año 1923 a recorrer España y a gestar el que será su segundo libro de poemas, Calcomanías, publicado precisamente en España en 1925.
De regreso en Buenos Aires, funda en 1924, junto a Evar Méndez y algunos otros escritores y artistas, el periódico Martín Fierro, con el objeto de formar un ambiente preparatorio para el desarrollo de las nuevas corrientes artísticas en el Río de la Plata. En julio de ese mismo año emprende un largo viaje por América y Europa en «misión intelectual» para promover un «frente único» y un «verdadero intercambio de producciones, revistas y libros; ideas, poesía, arte», en países como Chile, Cuba, México o Perú. Su peregrinaje es saludado por intelectuales de la talla de Guillén, Mariátegui o Villaurrutia.
En 1927, tras la polémica con La Gaceta Literaria sobre el «meridiano intelectual de Hispanoamérica», se disuelve el periódico Martín Fierro (su último número apareció el 15 de noviembre de 1927).
Girondo mantiene su proyecto poético publicando en Buenos Aires en 1932 su libro Espantapájaros. La presentación del libro tiene lugar en Buenos Aires con las exageraciones propias de las manifestaciones vanguardistas. La experiencia publicitaria resultó un éxito y el libro se agotó en cosa de un mes. En 1937 aparece su el relato Interlunio con el sello de Editorial Sur. El elemento visual se une de nuevo al verbal a través de las oscuras aguafuertes de Lino Spilimbergo.
En 1942 la editorial Losada publica Persuasión de los días.
En 1943, después de una duradera relación, Oliverio Girondo y Norah Lange deciden contraer matrimonio. Por esas fechas ambos comparten sus días entre la quinta de Gwen y la casa de Suipacha al 1444, en Buenos Aires. En 1946 aparece una plaquette con un único y extenso poema: Campo nuestro. En 1948 realiza un viaje a Europa con su esposa, que se repite en 1965 siendo éste el último.
Aldo Pellegrini presenta en el número 2, noviembre de 1953, de la revista Letra y línea los primeros poemas que en 1956 compondrán la edición definitiva de En la masmédula.
Un accidente sufrido en 1961 le deja disminuido durante los últimos años de su vida. Muere en Buenos Aires el 24 de enero de 1967.


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